30. Una Decisión Precipitada

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Puedo escuchar el estruendo del violento azotar del viento que precede al tornado que va acercándose poco a poco a la ciudad. Las personas gritando con desesperación y corren a esconderse, a pesar de que una parte de ellos sabe que no hay manera en la que puedan evitar el destino. El faro caen en mil pedazos. Los alaridos de agonía llenan mi sentido del oído.

-¡Alba...!-.

Todo mi cuerpo está cubierto de agua. La lluvia es tan fuerte que me cuesta un poco mirar en dirección hacia el tornado sin que el aire haga escocer mis ojos. Lo único que puedo mirar con claridad es a ese ciervo que me mira desde donde yacen los restos del faro. La mariposa azul revolotea hacia mí para posarse justo sobre el dorso de mi mano.

¿Qué significa todo esto...?

-¡Alba! ¡Despierta!-.

Me siento como si hubiera estado bajo el agua durante mucho tiempo, como si recién hubiera salido a tomar un poco de aire para llenar mis pulmones. No puedo controlar la tos, ni el temblor que ataca a todo mi cuerpo. Mi cuerpo comienza a despertar poco a poco. El dolor punzante en mi cabeza aparece justo antes de que mi visión se aclare para enseñarme que Sabela está aquí, y que está mirándome con angustia mientras me ayuda a levantarme.

-S-Sabela...-.

Ugh... Mi cabeza...

¿Qué fue lo que pasó...?

-Alba, ¿Te encuentras bien?-.

Está atardeciendo, la noche está cada vez más cerca. El parking está desolado. Y yo, por alguna razón que no puedo comprender del todo, estoy aún en el suelo.

N-no me siento bien...

-Alba, respóndeme-.

Sabela me llama con aire suplicante. Algunos de nuestros compañeros pasan a nuestro lado, sin fijarse en lo que nosotras estamos haciendo. Supongo que todos deben detestarnos tanto, que les importa una mierda lo que pase con nosotras.

Debo aferrarme al hombro de Sabela para mantenerme en pie. El intenso mareo me hace tener la impresión de que voy a vomitar. Intento llevar una mano hacia mi nuca, en el punto donde se concentra la mayor parte del dolor. Pero lo único que consigo con eso es hacer que mis dedos se impregnen con mi sangre.

-¡Alba!-.

-¿Qué...? ¿Qué ha pasado...?-.

Sabela suspira aliviada. Saca un pañuelo de su bolsillo y procede a limpiar la sangre de mi nuca.

-Dímelo tú. Te he encontrado aquí, inconsciente-.

-¿Qué...?-.

-Noelia y tú tardabais tanto, que tuve que bajar para saber si necesitabais ayuda... ¿Qué ha pasado? ¿Recuerdas algo?-.

-N-no... Yo...-.

El eco de la voz de Noelia resuena en mi cabeza, obligándome a mirar en todas direcciones cuando toda la oleada de recuerdos me golpea con fuerza. Tengo que alejarme de Sabela para avanzar con torpes andares hacia el coche de Noelia, cuyo maletero aún está abierto. La caja de cervezas yace en el suelo, así como las llaves del coche y el móvil de Noelia que ha recibido un pisotón.

Mi primera impresión es retroceder y cubrir mi boca con una mano para intentar desahogar un poco mi sensación de incertidumbre. Pero eso, al final, no resolverá nada. Mi propia cabeza comienza a sacudirse cuando me niego a aceptar la realidad. Mi nuca duele a horrores.

-¡Noelia!-.

Sé que es inútil. Sé que esto no servirá de nada. Pero igualmente tengo que intentarlo. Noelia no puede... No puede haber...

Nefelibata 「Albalia」Donde viven las historias. Descúbrelo ahora