Isabela Márquez, 20 años de edad, aficionada a lo paranormal. Estudia la carrera de enfermería en la universidad. Sus mejores amigos, Hazza y Mia, un trío inseparable; todo en su vida es normal hasta que un objeto llega a cambiarlo. A veces creemos...
Actualizando mientras estoy en mis clases (para que no digan que no les quiero jaja 💋) ______________________________________________
Maratón 2/3
Llegar a casa es un completo alivio, estar todo el día viendo la apertura de cuerpos y asistiendo a los de medicina en sus prácticas es agotador. Mateo y Sofía van de un lado a otro de la casa mientras que mamá tiene sus mochilas en mano, dejo mis pertenencias en la mesita.
- ¿Por qué están tan inquietos? - pregunto sentándome en el sofá.
- ¡Iremos con la abuela! - exclamo Sofía emocionada.
- Y van a ir nuestros amigos - completa Mateo.
- ¿Iremos con la abuela? - pregunto a mamá y ella asiente.
- Así que ve y dúchate, Tom no tarda en bajar - da un vistazo a su celular.
Tom va a ir... muy bien, creo que ya puedo convivir un poco más con él, subí a mi habitación para ducharme y suponiendo por el calor que ahora hace puedo llevarme un bañador para entrar a la piscina qué hay en el lugar. Puse mis cremas en mi cuerpo y guarde todo lo que necesitaría en un pequeño bolso, buscando mis AirPods en el cajón vi el pequeño frasco que me dio el señor Ruiz.
Viene a mi memoria el momento de la terapia pasada:
"- ¿Qué es precisamente? - pregunté. - Tu sólo debes dárselo, con dos gotas por día bastará - dice mientras anota en su hoja."
Algo había en esta botellita que no me convencía, dude en si llevármelo y seguir el plan sin saber qué consecuencias le traerían a Tom.
- ¡Isabela te estamos esperando! - grita mi madre desde la sala.
- ¡Ya bajo! - metí lo que traía en mi mano a la bolsa y baje rápidamente las escaleras.
- ¿Por qué tardaste Isa? - pregunta la pequeña que está en brazos de Tom.
- Asuntos de niña grande que luego te explicaré - le guiñe el ojo y ella sonrió escondiéndose en el cuello del chico.
Tome a Mateo en mis brazos y le hice cosquillas, salimos de la casa y subimos a la camioneta donde Guillermo nos estaba esperando, papá nos alcanzaría allá, ya que tenía unos pendientes. Durante el camino los mellizos iban viendo la película que se proyecta en la pantalla portátil y van felices de la vida, mientras que yo soy un manojo de nervios por estar al lado del castaño y no saber qué decir.
- ¿Por qué no invitaste a Sam? - pregunta revisando su celular.
- No sabía que vendríamos - respondí - ¿tú si?
- Claro, me comentaron por la mañana antes de irse - bloquea el aparato.
- ¿Por qué no me dijiste? - pregunte indignada y dando un golpe en su brazo en forma de juego.
- Ups se me olvidó - se encoge de hombros y ríe.
- Increíble - rio - ¿invitaste a tu novia?
- No, es tiempo en familia - sigue con esa sonrisa.
Solo reí y negué, después este puso sus auriculares y cerró los ojos tal vez para tomar un descanso o simplemente por relajación; imite su acción y unos minutos después me quede dormida.
[...]
Ya habíamos comido una rica ensalada de pollo con una salsa algo picante, pero muy rica y un jugo de manzana para acompañarlo, los pequeños niños estaba felizmente jugando en el pasto y todos traían sus bañadores y salva vidas para entrar a la piscina. Estaba terminando de aplicarme bloqueador y mis gafas de sol para comenzar a dirigirme a dicho lugar donde Tom ya estaba, lucía despreocupado y como si todo estuviera bajo control.
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Bajo las pocas escaleras y las pequeñas olas que se crean en la alberca y chocan con el cuerpo son bastante relajantes, me quedo observando al chico y no puedo creer que siendo tan guapo, yo tenga un sentimiento de pavor hacia él.
- Si quieres acércate esta bien, no muerdo - ríe y muestra su hilera blanca del dientes.
- Más vale prevenir - me burle y avance hacia él.
- Sabemos que te gusta que te muerda - agregó con tono pícaro.
- ¡Oh cállate Tom! - le aventé un poco de agua.
- Con qué en esa estamos, bueno que empiece la guerra - este comienza a lanzarme repetidamente agua a la cara prohibiéndome ver con claridad.
Así fue como una entretenida guerra de agua nos dio un momento de diversión y felicidad, como si todo lo que sucedió nunca hubiera pasado, me ofrecí por traernos un poco de bebida ya que estábamos agotados. Fui rápido a la cocina y busqué mi bolso, tomé el frasco y lo abrí "con dos gotas por día bastará" recuerda mi cabeza; tomo el gotero posicionándolo sobre el vaso y mi indecisión por hacerlo, "no está bien" dice una parte de mí, "hazlo para liberarnos de él" dice mi otra parte... ¿a cuál debería hacerle caso?
- ¿Qué haces hija? - pregunta mi abuela al entrar a la cocina.
Había decidido a no hacerlo, pero por la impresión dejó caer las gotas en la bebida, volteó para verla y escondo la botella detrás mío.
- Nada abue, solo vine por bebidas para Tom y para mí - sonríe nerviosa.
- ¡Ay este muchacho! Sigo con la impresión de que no es nadie bueno - hace un gesto y rio por ello.
- Nada de que preocuparse abue, todo bien - ella asiente y se aleja del lugar.
Rápidamente voy a la alacena por otro vaso y poner una bebida nueva, cuando volteo ya está Tom tomándose la bebida que estaba en el vaso que precisamente tenía las gotas. ¡Carajo! Que tan jodida suerte debo de tener como para que eligiera el vaso equivocado.
- Ya no tomes eso - le quite el vaso y me miro extrañado.
- ¿Por qué?
- Es que la limonada estaba agria y quise ponerle azúcar, pero en su lugar le puse sal - expliqué rápidamente.
Veo cuanto fue lo que bebió... con un demonio, el vaso está casi vacío.
- No sabía a sal - dice confundido.
- No tienes un buen gusto - tiro el líquido restante por el lava trastes.
- Oye Isa relájate, ahora que lo dices... si hay un sabor raro en mi boca - se queda degustando nuevamente el contenido en su boca.
Me aterra pensar que podría sucederle algo malo, se que ahora no nos llevamos muy bien, pero no quiero ser la causante de una desgracia e incluso de una muerte. Le doy un vaso de agua y este la bebe.
- ¿Te sientes mal o algo? - pregunta miedosa.
- Isa era sólo sal en una bebida - se burla de mí y sale de la cocina.
Solo esperare a que esté bien y no le suceda algo, por que si es así, jamás me lo perdonaría.