Camine hacia el pasillo donde están las taquillas para guardar el libro en ella, lo escondo entre los libros y lo cierro con el candado de combinaciones; al dirigirme a la cafetería me percato de que no están ni Mia ni Harrison en este lugar así que doy media vuelta y me encaminó a buscarlos. Estando por la cancha de fútbol veo a dos siluetas sentadas y llevando algo a su boca, fije más mi vista y en efecto eran los dos sujetos que estoy buscando así que me dirijo hacia ellos.
- ¡Hey chicos! No los encontraba en la cafetería – suelto una risita.
- ¿Dónde estabas Isabela? – pregunta Harrison fríamente.
- ¡Uy que carácter! – digo sarcásticamente.
- ¿Por qué tardaste tanto en el baño? – Mia me mira confundida.
- Pues estaba haciendo mis necesidades – contesto con obviedad.
- Conocemos cuanto tardas en el baño y te tardaste más de lo normal – el rubio sigue con una expresión seria.
- Oye eso es invadir mi privacidad – me siento frente a ellos.
- Isa nos conocemos desde pequeños así que… - Mia fue interrumpida por Harrison.
- Así que nos dices dónde estuviste – Harrison no quita su mirada de mi.
- ¡Esta bien chico invade privacidad! – digo en un modo burlón pero a él no le causa gracia – si estaba en el baño pero hubo un ligero problema con mi estómago y… - comienzo a contar.
- ¡Guácala Isa, cállate! Estamos comiendo – Tavárez hace cara de asco.
- La culpa la tiene Harrison, él me pidió contar – levantó mis hombros.
- Muy bien te creemos, terminemos de comer – el chico que nos acompaña lleva un bocado a su boca.
[…]
¡Por fin, casa! Me urgía llegar ya que no soporto el dolor de cabeza horrible así que voy a la cocina, tomo una pastilla y me voy a mi recámara para hacer mis deberes y después conseguir los materiales para la invocación porque sí, efectivamente voy hacerlo y pienso persistir hasta que vea algo verdadero.
Cuatro y treinta de la tarde y salgo de mi casa en busca de las velas y la tiza/ gis por que lo otro lo tengo en casa, al llegar a la tienda esotérica veo ouijas por doquier, cráneos, libros de hechicería, entre otros los cuales me llenan de asombro; al llegar al mostrador una chica de baja estatura, cabello corto y morado, con un pinta labios negro y delineador y vestimenta negra, vaya que si me dio un susto al verla tan escalofriante.
- ¿Buscas algo? – dijo al verme.
- Necesito cinco velas negras y una roja, por favor – mi voz sonaba nerviosa.
La chica se adentró a un cuarto dejándome sola en la tienda y como mi curiosidad me gana comencé a ver el lugar y más los libros que se encontraban allí, dirijo la vista a un libro igual al que había tomado de la biblioteca, me perdí viendo el objeto hasta que el ruido de pasos me sacó del trance.
- Esta muy cool ese libro – puso los materiales que le pedí en la vitrina.
- ¿Tú sabes algo sobre el? – pregunte con interés.
- Una prima lo leyó y dijo que si funciona realmente – hizo una pausa – son sesenta pesos.
- ¿Y no te dijo que le pasó? – tome el dinero de la cartera.
- No, le insistí pero dijo que no podía decirle a nadie que fue lo que pasó – dijo mientras se apoya en la vitrina – ¿por qué?
- Simple curiosidad – le entrego el dinero – muchas gracias.
- De nada y ten cuidado con lo que hagas – me dice antes de salir del lugar.
¡Wow! eso fue raro, ¿por qué su prima no puede decir nada? ¿Será que hizo algo diferente a lo que haré? Tal vez y pronto lo sabremos, así que me dirijo a la papelería para comprar la tiza e ir directo a mi casa.
[…]
Deje los materiales sobre la mesa del comedor y fui a la cocina por un aperitivo porque tenía un poco de hambre, tome mis cuadernos para hacer mis deberes restantes y estar lista para mañana. Después de cuarenta y cinco minutos llegaron mis padres junto con Mateo y Sofía mis pequeños hermanos mellizos de seis años.
- ¡Isaaa! – Sofi corre hacia a mi.
- Sofi – abro mis manos para darle un abrazo.
- ¡Hermanita! – ahora Mateo vine a nosotras.
- ¿Cómo les fue en el preescolar pequeños pillos? – revuelvo el cabello de ambos.
- ¡Genial! – dicen al mismo tiempo lo cual yo suelto una risa por eso.
- ¿Y qué hicieron? – pregunte mientras sentaba a cada uno en mis piernas.
- ¡Que no hicieron! – dice mi madre haciendo presencia en el lugar.
- ¿Qué hicieron? – fruncí el ceño.
- Nada – dicen ambos.
- ¿Nada? Le tiraron jugo a la maestra y le pusieron tierra – exclama mi papá.
Volteo a ver a los mellizos los cuales están riendo por lo bajo y no puedo soportar más y me hecho a reír junto con ellos ganándonos miradas de nuestros padres.
- ¿Acaso están locos? – no paramos de reír - ¡Dios, tengo unos hijos locos! – mi papá se va a su habitación.
Después de ahí cenamos juntos y preparamos a los mellizos para mañana, siendo las doce en punto me quedo despierta pensando en lo correcto, no quiero causar problemas y espero que ese libro no me los dé; esperaré a las tres de la madrugada para hacer el acto tan esperado, sólo… que pase lo que tenga que pasar. El sueño es más grande que yo y me recuesto a dormir, se que necesito mantenerme positiva y tranquila para no dejar que me domine el miedo, el cual no existe porque ya lo había dicho antes, yo no le tengo miedo a estas cosas; tomo mi celular y pongo una alarma para las dos con cincuenta y preparar todo para iniciar esto a las tres en punto.
Sólo tengo algo que decir: Diablo si es que existes, ¡ven y muéstrame que verdaderamente existes!.
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𖤐. ❛𝐋𝐀 𝐌𝐀𝐋𝐃𝐈𝐂𝐈𝐎𝐍 𝐃𝐄𝐋 𝐏𝐋𝐀𝐂𝐄𝐑, 𝑡𝑜𝑚 ℎ𝑜𝑙𝑙𝑎𝑛𝑑
Fiksi RemajaIsabela Márquez, 20 años de edad, aficionada a lo paranormal. Estudia la carrera de enfermería en la universidad. Sus mejores amigos, Hazza y Mia, un trío inseparable; todo en su vida es normal hasta que un objeto llega a cambiarlo. A veces creemos...