Capítulo 2

5.3K 267 52
                                    

Camine hacia el pasillo donde están las taquillas para guardar el libro en ella, lo escondo entre los libros y lo cierro con el candado de combinaciones; al dirigirme a la cafetería me percato de que no están ni Mia ni Harrison en este lugar así que doy media vuelta y me encaminó a buscarlos. Estando por la cancha de fútbol veo a dos siluetas sentadas y llevando algo a su boca, fije más mi vista y en efecto eran los dos sujetos que estoy buscando así que me dirijo hacia ellos.

- ¡Hey chicos! No los encontraba en la cafetería – suelto una risita.

- ¿Dónde estabas Isabela? – pregunta Harrison fríamente.

- ¡Uy que carácter! – digo sarcásticamente.

- ¿Por qué tardaste tanto en el baño? – Mia me mira confundida.

- Pues estaba haciendo mis necesidades – contesto con obviedad.

- Conocemos cuanto tardas en el baño y te tardaste más de lo normal – el rubio sigue con una expresión seria.

- Oye eso es invadir mi privacidad – me siento frente a ellos.

- Isa nos conocemos desde pequeños así que… - Mia fue interrumpida por Harrison.

- Así que nos dices dónde estuviste – Harrison no quita su mirada de mi.

- ¡Esta bien chico invade privacidad! – digo en un modo burlón pero a él no le causa gracia – si estaba en el baño pero hubo un ligero problema con mi estómago y… - comienzo a contar.

- ¡Guácala Isa, cállate! Estamos comiendo – Tavárez hace cara de asco.

- La culpa la tiene Harrison, él me pidió contar – levantó mis hombros.

- Muy bien te creemos, terminemos de comer – el chico que nos acompaña lleva un bocado a su boca.

[…]

¡Por fin, casa! Me urgía llegar ya que no soporto el dolor de cabeza horrible así que voy a la cocina, tomo una pastilla y me voy a mi recámara para hacer mis deberes y después conseguir los materiales para la invocación porque sí, efectivamente voy hacerlo y pienso persistir hasta que vea algo verdadero.

Cuatro y treinta de la tarde y salgo de mi casa en busca de las velas y la tiza/ gis por que lo otro lo tengo en casa, al llegar a la tienda esotérica veo ouijas por doquier, cráneos, libros de hechicería, entre otros los cuales me llenan de asombro; al llegar al mostrador una chica de baja estatura, cabello corto y morado, con un pinta labios negro y delineador y vestimenta negra, vaya que si me dio un susto al verla tan escalofriante.

- ¿Buscas algo? – dijo al verme.

- Necesito cinco velas negras y una roja, por favor – mi voz sonaba nerviosa.

La chica se adentró a un cuarto dejándome sola en la tienda y como mi curiosidad me gana comencé a ver el lugar y más los libros que se encontraban allí, dirijo la vista a un libro igual al que había tomado de la biblioteca, me perdí viendo el objeto hasta que el ruido de pasos me sacó del trance.

- Esta muy cool ese libro – puso los materiales que le pedí en la vitrina.

- ¿Tú sabes algo sobre el? – pregunte con interés.

- Una prima lo leyó y dijo que si funciona realmente – hizo una pausa – son sesenta pesos.

- ¿Y no te dijo que le pasó? – tome el dinero de la cartera.

- No, le insistí pero dijo que no podía decirle a nadie que fue lo que pasó – dijo mientras se apoya en la vitrina – ¿por qué?

- Simple curiosidad – le entrego el dinero – muchas gracias.

- De nada y ten cuidado con lo que hagas – me dice antes de salir del lugar.

¡Wow! eso fue raro, ¿por qué su prima no puede decir nada? ¿Será que hizo algo diferente a lo que haré? Tal vez y pronto lo sabremos, así que me dirijo a la papelería para comprar la tiza e ir directo a mi casa.

[…]

Deje los materiales sobre la mesa del comedor y fui a la cocina por un aperitivo porque tenía un poco de hambre, tome mis cuadernos para hacer mis deberes restantes y estar lista para mañana. Después de cuarenta y cinco minutos llegaron mis padres junto con Mateo y Sofía mis pequeños hermanos mellizos de seis años.

- ¡Isaaa! – Sofi corre hacia a mi.

- Sofi – abro mis manos para darle un abrazo.

- ¡Hermanita! – ahora Mateo vine a nosotras.

- ¿Cómo les fue en el preescolar pequeños pillos? – revuelvo el cabello de ambos.

- ¡Genial! – dicen al mismo tiempo lo cual yo suelto una risa por eso.

- ¿Y qué hicieron? – pregunte mientras sentaba a cada uno en mis piernas.

- ¡Que no hicieron! – dice mi madre haciendo presencia en el lugar.

- ¿Qué hicieron? – fruncí el ceño.

- Nada – dicen ambos.

- ¿Nada? Le tiraron jugo a la maestra y le pusieron tierra – exclama mi papá.

Volteo a ver a los mellizos los cuales están riendo por lo bajo y no puedo soportar más y me hecho a reír junto con ellos ganándonos miradas de nuestros padres.

- ¿Acaso están locos? – no paramos de reír - ¡Dios, tengo unos hijos locos! – mi papá se va a su habitación.

Después de ahí cenamos juntos y preparamos a los mellizos para mañana, siendo las doce en punto me quedo despierta pensando en lo correcto, no quiero causar problemas y espero que ese libro no me los dé; esperaré a las tres de la madrugada para hacer el acto tan esperado, sólo… que pase lo que tenga que pasar. El sueño es más grande que yo y me recuesto a dormir, se que  necesito mantenerme positiva y tranquila para no dejar que me domine el miedo, el cual no existe porque ya lo había dicho antes, yo no le tengo miedo a estas cosas; tomo mi celular y pongo una alarma para las dos con cincuenta y preparar todo para iniciar esto a las tres en punto.

Sólo tengo algo que decir: Diablo si es que existes, ¡ven y muéstrame que verdaderamente existes!.

𖤐. ❛𝐋𝐀 𝐌𝐀𝐋𝐃𝐈𝐂𝐈𝐎𝐍 𝐃𝐄𝐋 𝐏𝐋𝐀𝐂𝐄𝐑, 𝑡𝑜𝑚 ℎ𝑜𝑙𝑙𝑎𝑛𝑑Donde viven las historias. Descúbrelo ahora