Ella

Capítulo 15

Después de discutir con ella me fui a mi casa, no tenía ánimos de tomar todas las clases que me faltaban, pero cuando llegué a casa mi mamá estaba ahí. 

—Hola hija. 

—Hola mamá. 

—¿Por qué estás aquí tan temprano? Se supone que debes estar en clases—preguntó con el ceño fruncido. 

—Se cancelaron las demás clases—odiaba mentirle. 

—¿Por qué?

—No lo sé mamá, me duele la cabeza ¿me puedo ir a acostar un rato? 

—Claro descansa—le di una sonrisa y  subí a mi habitación. 

Me quedé dormida, y solo me despertó mi celular con el tono de llamada, por un momento tenía la ilusión de que la castaña me estuviera llamando, pero no fue así. Era Leo. 

—¿Cómo estás? ¿Por qué te fuiste de la universidad? 

—¿Puedes venir a mi casa? 

—Eso no se escucha muy bien, y claro que sí, voy para allá adiós—colgó el teléfono. 

Llegó después de 10 minutos, le conté todo intentando retener las lágrimas, no me gustaba llorar frente a las personas pero fue inútil, comencé a llorar cuando le conté lo que discutimos, él no sabía qué decirme y no lo culpaba, es difícil darle ánimos a una persona. 

—Nunca te había visto así, estás enamorada de verdad—me dijo poniendo su mano en mi hombro. 

—Sí Leo, estoy enamorada de ella, y no sé qué voy hacer si este problema no se arregla—dije limpiando la lágrima que bajaba por mi mejilla. 

—Sé arreglara, solo dale tiempo, las dos tienen miedo y eso es normal, ambas dijeron cosas que no querían pero estaban enojadas, ánimo no me gusta verte así—me abrazó y después vimos una película, me quedé dormida de nuevo, me desperté a las 4 de la madrugada, vi que había una nota. 

Te quedaste dormida y no te quería molestar, todo se arreglara dale tiempo al tiempo. Te quiero.

Era martes por la mañana, no tenía ánimos de ir a la universidad, pero Leo pasó temprano por mí y no podía rechazarlo.
Llegamos y nuestros amigos nos esperaban en la entrada… menos la castaña. Solo les conté que había discutido con ella pero no les di las razones era de lo que menos quería hablar.
Estábamos en el comedor cuando vi entrar a la ojiverde iba acompaña de 2 chicas sonrientes, pero ella estaba con la mirada hacia el suelo, se veía triste y odia que tal vez yo fuera la razón por la que estuviera así.
Todos los demás días fueron así, no hablamos, solo nos mirabamos pero siempre terminábamos volteando para otro lugar, los chicos me invitaban a salir para animarme pero no quería. Hasta que el sábado, Leo llegó a mi casa sin aviso y no lo pude echar.

—Quita esa cara de muerta—exclamó riendo.

—No tengo otra en estos momentos—dije sonriendo.

—Haber ya, los chicos estamos hartos de verte así, simplemente no nos gusta, entonces tendrás que ir con la ojiverde para que hablen y así dejes de estar deprimida.

—Estás loco, no haré eso.

—Se me olvida que tu orgullo puede más, que el amor que le tienes a la castaña—aseguró poniendo los ojos en blanco—mírame, si de verdad la amas vas a sufrir, van a pelar, se alejaran, pero si la amas como dices hacerlo vas a perder el orgullo y no vas a dejar que nada ni nadie las separe, así que ve a hablar con ella.

—¿Cuándo te volviste tan motivacional?—pregunté riendo y evadiendo el tema.

—Eso no importa, y no cambies el tema, te paso a dejar a su casa, vamos.

No me quedó de otra más que subir al auto de mi amigo, si no se pondría insoportable y no dejaría de insistir. Cuando estábamos apunto de llegar comencé a temblar, baje de su carro y me despedí de él, camine hacia la puerta de la casa de la castaña, nunca en mi vida había sentido tantos nervios. Toque y la que abrió la puerta fue ella, me miró a los ojos pero desvió su mirada de manera rápida.

—Hola—dijo mirando hacia el piso.

—Hola—mi voz sonó muy débil.

—Pasa.

—Claro—pase y cerró la puerta—¿están tus papás?—negó con la cabeza—bien, tenemos que hablar.

—Lo sé, estaba pensando en ir a buscarte.

—Pues gane, vine yo primero—sonreí de manera casi imperceptible.

—Gracias por venir—me dijo mirándome a los ojos, lo que tanto deseaba—subamos a mi habitación.