Capítulo 21

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Me salí de la habitación y fui al baño para ponerme una ropa más cómoda, la castaña se quedó en la habitación para cambiarse, después de un rato volví a la habitación para encontrarme a la castaña con un pantalón corto dejando ver sus hermosas piernas y una blusa de manga larga.

—Bien es hora de dormir-confirme un poco nerviosa—¿tienes un lado preferido para dormir?

—El derecho—indicó señalando ese lado de la cama.

—Perfecto, mi lado es el izquierdo.

Me senté de mi lado de la cama, la ojiverde apago la lámpara que estaba del lado suyo y se sentó al otro lado de la cama, nos miramos un momento en la oscuridad con la poca luz que nos brindaba la luna, hasta que me acosté volteando para arriba la castaña también se acostó pero ella me miraba a mí.

—No me veas, me pones nerviosa—le informe en un susurro—hay que dormir.

Las dos guardamos silencio y después de un rato me dormí al igual que la castaña.

Me desperté y eran las nueve de la mañana, sentí que algo me rodeaba...Era la castaña con su brazo alrededor de mi cintura los escalofríos se hicieron presentes en mí cuando sentí su respiración sobre mi cuello, quite su brazo lentamente pero en ese momento ella se movió al parecer se iba a despertar por lo que decidí despertarla yo. Me acerqué a su boca de manera lenta y la bese, ella me tomó de la mejilla y siguió el beso pero todavía estaba muy adormilada.

—Ya amaneció bonita—le dije con un susurro sin que me separara mucho de ella.

—¿Qué hora es?—preguntó con su voz ronca dejándose caer en la cama mirando el techo. La manera en la que habló hizo que sintiera una pequeña ola de electricidad por todo mi cuerpo.

—Son las nueve—me levanté de la cama y fui a buscar en mi maleta qué ropa me pondría, iba directo a la puerta para ir al baño y cambiarme haya.

—¿A dónde vas?

—A cambiarme al baño, para que tú te cambies aquí.

—¿Por qué? Te puedes cambiar aquí.

La sangre subió a mis mejillas, haciendo que sintiera mi cara arder, tal vez lo menciono porque estaba adormilada.

—Cámbiate aquí, yo no voy a ver—se tapó toda la cabeza con la cobija, me dio ternura ver qué hacía eso.

Me quite rápido el pans con el que había dormido para cambiarlo por un pantalón corto, me quite la camisa que tenía era una que me quedaba muy larga y grande, la avente a la cama y sentí una mirada, la castaña había bajado la cobija hasta sus ojos, me mirara con ambas cejas levantadas.

—Me dijiste que no me ibas a ver—dije sintiendo mis mejillas arder, mientras buscaba donde había puesto la blusa que usaría hoy.

—Tienes un cuerpazo—afirmó en un susurro que yo alcance a oír.

—He hecho ejercicio desde pequeña, siempre me ha gustado cuidar mi físico—le dije mientras me ponía la blusa, recibiendo una mirada de decepción por parte de la castaña—vamos cambiate, tenemos que desayunar antes de salir con los chicos.

—Claro—tomó la camisa que había aventado a la cama—esta muy linda.

—Pontela, quiero ver como te queda.

Se levantó de la cama y se acercó a su mochila para sacar un pantalón corto parecido al mío.

—Bien, ahora tú voltea para otro lado.

Le di la espalda a la castaña, pero después algo me hizo voltear, también estaba con su torso desnudo solo con el sujetador, su hermoso cuerpo provocó que mis pulmones se quedarán sin aire.

—Creo que estamos a mano, me estas viendo como yo te vi—dijo poniéndose mi camisa, que también le quedaba larga, sacándome de todos los pensamientos que me invadían en esos momentos.

—Se te ve mejor a ti que a mí, te la regalo.

—Me encanta—se acercó a darme un beso para después salir juntas a la pequeña cocina.
Desayunamos y nos sentamos un momento en la sala esperando el mensaje de Neidan para que saliéramos, pero en lugar de eso tocaron la puerta de la cabaña, fui a abrir la puerta y ahí estaba Neidan.

—¿Listas?

—Claro—la castaña salió poniéndose al lado de mí y saludo a Neidan.

—Hoy vamos a montar a caballo, está cerca el lugar a donde vamos, pero hay que darnos prisa.

Salimos y cerramos la puerta con llave, nos reunimos con todos los chicos y nos fuimos, se sentía una paz increíble mientras caminábamos entre todos esos árboles, la ojiverde y yo estábamos agarradas de la mano.

—¿No te da miedo montar un caballo?—preguntó la cabaña con curiosidad.

—Un poco, pero ya he montado uno antes, casi muero pero todo bien—dije sonriendo.

—Creo que no das ánimos para que suba sin miedo, amo a los caballos son hermosos pero he visto que hay veces que se descontrolan.

—Lo sé, pero no tengas miedo todo va a estar bien, iré al lado de ti—le sonreí y fije mi mirada al frente, cuando sentí que su mano acariciaba la mía.

Llegamos al lugar era una cabaña también solo que mas grande con letreros que decían "bienvenidos" y decía el precio para poder montar a caballo. Pagamos el precio de 8 y subimos, los caballos eran hermosos y cada quien se fue por donde quería, yo le prometí a la castaña que iría junto a ella y así lo hice.

Ella Donde viven las historias. Descúbrelo ahora