Capítulo 24

2.1K 176 3
                                    

Ya habíamos llegado al lugar de la renta de las cuatrimotos, los chicos ya nos estaban esperando dentro del local, estacionamos la cuatrimoto y nos fuimos con los chicos, estaban platicando con el señor que atendía ahí y duraron un momento más, cuando ya íbamos un poco alejados del local Laura habló:

—Maldición, se me olvido mi suéter, ¿me acompañas por el?—se dirigió hacia mí, no quería verme grosera pero después de lo que me dijo la castaña no quería tener tanto contacto con ella.

—Sí claro—dije insegura, mire a la castaña y sonrió de manera casi imperceptible, pude ver en sus ojos que no se sentía cómoda de que yo fuera con ella.

Me fui con Laura, yo no mencionaba nada quería darme prisa pero ella caminaba muy lento y me miraba en momentos.

—¿Tú estudias?—preguntó de repente.

—Sí, la universidad—dije mirándola he intentado sonreír de manera sincera.

—Que bien, yo también.

—¿Ya casi la terminas?

—Sí—sonrió de manera sincera.

Seguimos caminando sin decir nada hasta que llegamos al local, tomó sus cosas y salió yo la había esperado afuera, empezamos a caminar de nuevo cuando volvió a hablar.

—¿Estás soltera?

No sabía que contestar a esa pregunta, no estaba en una relación pero si estaba saliendo con la castaña.

—No lo sé, es difícil estoy con la castaña pero no es nada oficial.

—Para mí estás soltera—informó sonriendo con un aire de superioridad.

—No lo creo, quiero mucho a la castaña, no me metería con nadie más.

—Vaya, eso ya lo veremos—dijo acercándose poco a poco a mí, me tomó de la mano, y la mire con el ceño fruncido, me quedé sin moverme, pero Neidan llegó a interrumpir—gracias, gracias, gracias—pensé.

—¡Chicas vamos!—él miraba raro a Laura y a mi me miraba peor.

Me fui rápido de ahí, pero cuando pasé al lado de Neidan me detuvo.

—¿Qué fue eso?—preguntó serio.

—No empieces a malinterpretar, sabes que amo a la castaña, tu amiga fue la que se acercó—me solté de su agarre y me fui con la castaña, sin duda le contaría eso.

Llegué con los demás y la castaña estaba distraída en su celular, me sentí mal por ella porque estaba sola y se notaba sería, pero cuando alzó su rostro me vio e intentó sonreír pero no pudo.

—Hola—dije tomando su mano.

—Hey—me abrazó.

—Te quiero hermosa—la bese, fue un beso delicado, no me importó que estuvieran nuestros amigos ahí, nunca nos habían visto darnos un beso, pero ese era su día de suerte.
En ese momento llegó Neidan con Laura y empezamos a caminar de nuevo, entrelace mi mano con la de la castaña íbamos un poco alejadas de todo para contarle.

—Dime—soltó de la nada.

—¿Qué?—pregunté confundida.

—Dime porque nos alejamos de los demás.

Diablos, me conocía bastante bien como para disimular con ella.

—Vi tu cara de desagrado cuando fui con Laura… —no pude terminar porque me interrumpió.

—¿Paso algo?—cuestionó seria y mirando así al frente.

—No, pero se acercó de una manera rara, tomó mi mano y yo me quedé ahí estática, hasta que llegó Neidan, creyó que te estaba engañando.

—Te dije que esa chica tenía algo raro—dijo de manera casi imperceptible.

—Lo sé, pero ya te dije que no me importa ella.

—Te creo, por eso no hay que dejar que arruine este viaje, la estamos pasando genial como para que llegue ella y cambie todo eso—dijo mirándome a los ojos con esa mirada intensa que la caracterizaba, nos dimos un beso y regresamos con los chicos.
Cuando llegamos a las cabañas Neidan habló.

—Oigan ¿les gustaría hacer una fogata?, asamos los malvaviscos que tenemos, y también eso puede ser como una celebración por tener aquí a mis antiguos amigos—propuso entusiasmado y todos los demás se pusieron igual, pero la castaña no y si ella no estaba cómoda yo tampoco lo estaría por mucho que lo intentara.—nos vemos aquí a las nueve.

Todos nos metimos a nuestras cabañas Hugo y Laura se fueron a la cabaña de Neidan y Daniel a pasar el rato.

—Me gusta la idea de fogata y de asar malvavisco, pero no que ella esté ahí—dijo mientras metía unas palomitas al microondas.

—Pienso lo mismo, pero son amigos de Neidan, no podemos comportarnos egoístas.

—Lo sé, y eso es lo peor—saco las palomitas del microondas y nos sentamos en el sillón.

—Oye dame eso, estaba pasando una película que amo—dijo intentando quitarme el control remoto.

—Claro que no, es de amor sabes que no soy muy fan de esas cursilerias—dije entre risas por la insistencia de la castaña por quitarme el control.

—Vamos dámelo, por favor bonita—joder la cara que hizo podría ser la debilidad de cualquiera, pero conmigo no sería tan fácil, ella noto eso y se abalanzó sobre mí haciendo que me recostara en el respaldo del sillón ella estaba sobre mí, me miró un momento y se abalanzó sobre mis labios.

Ella Donde viven las historias. Descúbrelo ahora