Capítulo 31

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—He pensado en decirle a mis papás lo de la castaña—dije nerviosa.

—Esperate—dijo frunciendo el ceño de manera divertida—¿le vas a pedir que sea tu novia?

—Lo he pensado pero no es nada seguro todavía, ni siquiera le he preguntado a la castaña si le gustaría decirle a sus papás, tal vez mañana que salga con ella se lo diré.

—Nunca te imagine a ti con novia, ¡me encanta!

—Callate Leo—dije empujandolo y riendo.

Se quedó en mi casa a ver una película hasta que llegaron mis papás, ellos amaban a Leo era como su hijo que nunca tuvieron por lo cual me dejaban hacer casi todo con él.

—Papá, ¿me puedes prestar tu auto mañana?—pregunté nerviosa una vez que se fue Leo.

—¿El auto? ¿Pará qué?

—Saldré con una amiga al super, y después iremos a las pistas para andar en skate.

—¿Desde cuando sabes andar en skate?

—De hecho no se andar en el, pero para eso iremos nos enseñaremos mutuamente—asegure sonriendo nerviosa.

—¿Quién es la amiga?

—La chica de ojos verdes.

—Aaaa por ahí hubieras comenzado, claro que sí hija, solo cuidalo y no regreses tan tarde.

—Gracias—le di un abrazo y me fui a mi habitación.

Me sentía mal por mentirles, la castaña no era solo mi amiga era algo más pero no teníamos etiqueta, esperaba que pronto la pudiera llevar como mi novia y mis papás lo aceptaran.

Ya era domingo por la mañana quedamos en que yo pasaría a las diez de la mañana por ella y eran las nueve.

Estaba muy nerviosa, no estaba segura de querer preguntarle si alguna vez le diríamos lo "nuestro" a mis papás y a sus papás, hoy no le diría que si quería ser mi novia primero teníamos que arreglar eso.

Salí de mi casa, me subí al auto y comencé a manejar intentando estar tranquila, sabía manejar desde los quince años gracias a mi papá pero nunca me habían dejado el carro para mí sola, estaba escuchando música era algo de lo que más amaba, eso y leer era mi salida de este mundo de mierda, se sentía jodidamente bien cuando sientes que te transportas al mundo que te narra la historia y sientes que tu eres el personaje principal.

Llegué a su casa y toque la puerta, enseguida salió ella con una gran sonrisa y me miró confundida.

—¿Qué?

—¿Ese auto es tuyo?

—No, es de mi papá pero me lo presto—sonreí y me encogí de hombros—sube.

Se acercó al auto y subió con una sonrisa.

—Te ves hermosa—no me pude resistir a decírselo, mis ojos brillaban demasiado y eso se podía sentir.

—También te ves hermosa—dijo abrazándome.
Solo me reí.

—Primero tenemos que ir a la plaza a comprar los skates, ¿esta bien?

—Claro, vamos.

En el camino puso canciones de su celular, teníamos gustos musicales muy parecidos, y eso me encantaba tener conexión musical con alguien era increíble.
Llegamos a la plaza y nos fuimos directo a la tienda de skates, ya había venido una vez con Leo a él le gustaba andar en skate, era demasiado bueno. Entramos y había diferentes diseños, un chico estaba atendiendo y nos saludó de manera amable, aunque a la castaña la veía mucho.

—¿Cuál te gusta?—le pregunté viendo la sonrisa en su rostro, de verdad le emocionaba esto.

—Ese es muy lindo—señaló una que estaba en la fila más alta, tenía muchos colores al azar y sin sentido pero era linda.

—Te ayudo bonita—dijo el tipo que estaba atendiendo, frunci el ceño y lo mire con las cejas levantadas aunque no dije nada. Bajó el skate y se lo dio a la castaña.

—Gracias—dijo insegura.

—¿Te gusta?

—Sí, yo me llevo este—aseguró  emocionada y me hizo sonreír.

—Bien, yo me llevo este—me aleje de ella tomando una que tenía unas llamas, fuimos con el chico para pagar.

—Muy buenas elecciones ambos skates son muy buenos.

Sonreí levemente, pagamos y estábamos apunto de irnos cuando el chico volvió a hablar.

—Oye, ¿me podrías dar tu número?—camino hacia la castaña con una sonrisa tímida, yo solo los mire y me aleje un poco, no quería meterme dejaría todo en manos de la ojiverde.

—No lo creo, lo siento.

—¿Por qué?—preguntó él desilusionado.

—Es que ella es mi novia—se acercó a mí y entrelazo nuestras manos.

Sentí que la cabeza me dio vueltas, se que lo había dicho para que el chico no insistiera pero fue algo que me movió todo, sentí de nuevo mil mariposas en mi estómago, mi piel se erizo y sentí un escalofrío por todo mi cuerpo.

—Ya entiendo, una disculpa—exclamó  apenado.

—No te preocupes—le contesté y salimos de ahí, yo no decía nada, solo caminaba con nuestras manos enlazadas y mirando hacia otro lado.

—¿Estás enojada?—me pregunto llamando mi atención, haciendo que la mirara.

—Claro que no cosa verde, estoy bien—afirme sonriendo y acariciando su mano.

—Entonces ¿por qué estás tan pensativa?

Ella Donde viven las historias. Descúbrelo ahora