Ya estaba en mi casa. Hace 10 minutos Zac se paró enfrente de la casa de la castaña, ambas bajamos yo para despedirme de ella.
—Me la pase genial contigo, muchas gracias por invitarme.
—También me la pase genial, y no tienes nada que agradecer, a mis amigos les caes bien.
—Es bueno saberlo, nos vemos mañana, si es que hay clases.
—Claro, cuidate—se acercó a mí y me abrazó como lo había hecho antes.
—Tú también cuídate—dijo mientras estaba cerca de mí oído, se separó y me dio un beso en la mejilla.
—Adiós chicos, gracias me la pase genial.
—Adiós ojiverde cuidate—dijeron Zac y Leo los únicos que quedaban en la camioneta ya que a los demás ya los habían dejado en su casa.
Justo como lo imagine Leo y Zac bombardeando con preguntas de las que solo conteste una o dos, lo que paso con la chica no se los dije, eso era algo entre ella y yo.
Era viernes y las clases se retomaron desde el martes, la castaña se sentó todos esos días con nosotros a almorzar, nos habíamos vuelto muy cercanas y ella se llevaba muy bien con todos mis amigos, no nos habíamos besado de nuevo y no habíamos hablado de eso, pero quedaba claro que ninguna se arrepentía.
Ya era la hora del almuerzo en el instituto y los chicos y yo salimos al comedor, lo que me extraño fue que la ojiverde no llegará todavía, así que decidí ir a buscarla, salí del comedor acompañada de Leo y Zac los chicos ya habían terminado de almorzar por lo que se ofrecieron a ayudar. Al llegar al pasillo donde se encontraba su salón, vi que ahí estaba ella discutiendo con el chico que era su novio.
No me quería meter, pensé que era algo privado pero vi que la empujó y la quería golpear, no la iba a dejar sola.
—¡No te atrevas a tocarla idiota!—exclamé poniéndome enfrente de la castaña para que no le pudiera hacer daño. Él tenía intenciones de golpearla y no podía quedarme ahí sin hacer nada, Zac y Leo fueron a calmar al tipo diciéndole que se fuera y dejara a la ojiverde en paz.
—¡Esto no se va quedar así, me las vas pagar!—amenazó soltándose del agarre de Zac y Leo para irse de ahí.
—¿Estás bien?—pregunté volteando a ver a la chica que estaba demasiado sorprendida.
—Sí, estoy bien, muchas gracias—dijo abrazándome—gracias a ustedes también chicos.
—No podíamos dejar que ese tipo te golpeara—aseguró Leo—las dejaremos solas.
—Vamos al campo de fútbol, no va haber nadie ahí—dijo un poco pensativa.
—Claro—tome su mano y nos dirigimos para allá
Desde que llegamos estaba callada y se notaba pensativa.
—¿Me dirás por qué estaban peleando?
—Terminé con él—soltó de manera rápida.
—¿Eso es lo que te tiene tan pensativa?
—Claro que no—aseguró negando y sin mirarme—lo que me tiene así es que él sospecho que lo deje por alguien más, y lo conozco es capaz de hacerle daño a quien sea.
—¿Y eso es cierto?, ¿lo dejaste por alguien más?
—Tú me inspiraste a dejarlo, lo que te dije en la laguna no fue broma, desde que nos besamos me siento diferente—dijo mirándome a los ojos con una intensidad que hizo que sintiera escalofríos.
—¿Y eso es bueno o malo?, porque yo también me siento diferente desde que nos besamos, siento que me estoy enamorando de ti, y eso me asusta, porque no quiero que terminemos mal y odiándonos, de verdad te quiero.
Sus ojos se iluminaron y se formó una sonrisa en su rostro.
Me tomó del cuello y unió nuestros labios, en un beso tranquilo pero intenso, nos separamos porque necesitábamos respirar.—Creo que eso respondió tu pregunta ¿no?—asentí varias veces—yo también siento que me estoy enamorando de ti, pero no sé qué pueda pasar.
—No apresuremos nada ahorita, las cosas se darán solas, si las forzamos no funcionarán.
—Tienes razón, no nos conviene forzar nada.
Volvió a recargar su cabeza sobre mi hombro, a lo que yo reí.
—¿Qué pasa?—dijo levantando la cabeza para mirarme directamente.
—Parece que mi hombro está muy cómodo—ella lo entendió y se puso a reír.
—Sí claro, se siente un poco el hueso pero si encuentras el lugar perfecto entre tu hombro y el cuello es muy cómodo podría estar horas así contigo—exclamó mientras se acomodaba de nuevo.
—¡Hey niñas! ¡¿Que hacen ahí?!, se supone que tienen que estar en clase ¡Dejen de estar noviando!—grito un maestro desde el otro lado de las gradas, la ojiverde se asustó por los gritos, porque dio un pequeño saltito.
—Uy pues creo que se dieron cuenta de que estamos aquí, así que mejor nos vamos— dije con humor mientras tomaba mi mochila al igual que ella.
Entrelazamos nuestras manos para salir corriendo de ahí.—¡Ya nos vamos a clases, una disculpa maestro!—grite mientras iba corriendo de la mano con la castaña que reía sin parar. Me encantaba su risa, era perfecta al igual que ella.
—Bien y ahora ¿a dónde iremos? Si te soy sincera no quiero entrar a clases—exclamó estando en los pasillos del instituto intentando recuperar el aliento.
—No lo sé, yo tampoco quiero entrar a clases solo lo dije para que el maestro no molestara.
—Vamos a mi casa, mis papás no están, compramos algo para comer en el camino y vemos una película.
—Me parece bien—sonrió a lo grande, volvimos a entrelazar nuestras manos y salimos del instituto.
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Ella
RomanceJamas había tenido una pareja, no sabía lo que era el amor y ni siquiera me interesaba averiguarlo... hasta que la conocí a ella. Portada hecha por: @Brigitte_idk. 🤍