Capítulo 22

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—¿Alguna vez pensaste que te enamorarías de alguien?—preguntó cuando estábamos arriba de los caballos e íbamos a algún lugar que no sabíamos con certeza a donde.

—Si te soy sincera no, no creía en el amor, nunca me han roto el corazón pero simplemente pensaba que era algo idiota que usaban las personas que no tenían nada que hacer… —me detuve, quizá eso se escuchaba muy fuerte de mi parte para ella, que ya había tenido personas para experimentar el amor, pero me pregunto y no le diría mentiras—pero todo eso cambió cuando llegaste tú, cambiaste todo lo que pensaba respecto al amor y es que alguien como tú es lo que me hacía falta.—di una pausa para mirar a la castaña, me veía con un brillo hermoso en sus ojos y con sus pupilas dilatadas, lo que me alentó a seguir—Te amo, en toda la extensión de la palabra, nunca me imaginé amar a alguien como lo hago contigo, pero estoy agradecida de encontrarte cuando no estaba buscando nada, llegaste a mi vida a cambiar todo y eso es perfecto.

Ella me miraba con una sonrisa de oreja a oreja, sus ojos se pusieron cristalinos, amenazaban con salir lágrimas en cualquier momento.

—Nunca me imagine que alguien me pudiera querer tanto como tú lo haces—dijo limpiándose la lágrima que bajaba por su mejilla.—También te amo y en toda la expresión de la palabra, tú me hiciste sentir lo que es estar enamorada de verdad, mi vida es mejor desde que estás conmigo—me miró con una sonrisa y unas lágrimas salieron de sus hermosos ojos, mis ojos también se cristalizaron al escuchar lo que la castaña me dijo, simplemente era ella lo que quería.

Después de un momento en silencio y mirándonos a los ojos de manera penetrante, mientras seguíamos arriba de los caballos avanzamos.

—Solo nos quedan diez minutos, duramos mucho hablando arriba del caballo sin avanzar.

—Mínimo aprovechamos bien y no es tiempo perdido—dijo con una sonrisa de lado.

—Claro, tenemos que regresar de una vez—le sonreí de vuelta.

Llegamos a las cabañas y un señor nos esperaba ahí para ayudarnos a bajar de los caballos. Ya abajo la castaña corrió a abrazarme, duramos unos minutos abrazadas, sin decir nada y es que no era necesario, ella se separó de mí lentamente con una sonrisa tierna en su rostro.

—Te amo—me beso.

—También te amo.

En ese momento ya venían los chicos, todos dejaron sus caballos y nos fuimos para las cabañas, eran las dos de la tarde y moriamos de hambre, todos nos metimos a nuestras respectivas cabañas a comer algo y el resto del día lo teníamos libre, eso me pareció increíble.

—¿Qué quieres comer?—le pregunté revisando la alacena, Neidan dijo que su tío compró todas esas cosas por nosotros y nos pareció un lindo gesto.

—No lo sé, algo que sea rápido porque muero de hambre—dijo quejándose a lo que yo reí.

—¿Te gustan las sopas instantáneas?

—Claro.

—Pues perfecto hay dos.

Preparamos todo y en menos de 10 minutos ya estábamos comiendo.
Terminamos de comer y nos sentamos un momento en la sala, estábamos pasando los canales y no había nada que nos gustara.

—¿Qué quieres hacer? —le pregunté.

—No tengo idea, pero sin duda quiero salir de la cabaña.

Me levanté por el mapa que nos había dado Neidan para ver qué lugares había.

—Dice que hay un albergue de aves cerca, ¿quieres ir?

—Claro que sí.

Agarro sus cosas y fuimos, en el camino la abraze puse mis brazo en su hombro ella pasó su brazo por mi cintura, estábamos escuchando música cuando ya habíamos llegado.

Era hermoso, las aves pasaban volando a lado nuestro, la castaña estaba encantada con eso, parecía una niña pequeña que se emocionaba por todo, yo solo sonreía como idiota mientras la veía. Después de un rato de ir caminando encontramos una pequeña banca nos sentamos, y a la castaña le parecía buena idea alimentarlos, con la pequeña bolsa de alimento que nos dieron en la entrada.
Puso un poco de comida en sus manos y se acercaron dos pequeñas aves, ella me mostraba eso con entusiasmo estaba realmente emocionada, era la persona más tierna que había conocido. Eso lo siguió haciendo por un rato más hasta que ya estaba metiéndose el sol, decidimos que era hora de irnos.

Ya estábamos en la cabaña, todo el camino la castaña se la pasó hablando de lo hermoso que fue. Eran las nueve, por lo que decidimos ver una película, terminó y nos fuimos a acostar.
Ella se cambió enfrente de mí y yo enfrente de ella, nos acostamos mirando para arriba cuando la ojiverde empezó a acercarse a mí, tenía mi brazo estirado por lo que se le facilitó poner su cabeza entre mi hombro y mi cuello, la abrace con mi brazo que estaba estirado.

—Gracias por existir y elegirme a mí—dijo en un hilo de voz.
Cuando le iba a contestar ella ya estaba dormida, por lo que le conteste en un susurro:

—Gracias a ti—le di un beso en la frente y también me dormí.

Ella Donde viven las historias. Descúbrelo ahora