Capítulo 26

2.1K 161 12
                                    

—Ya está—dijo saliendo de la cabaña mientras se ponía su suéter—oye disculpa si te ofendí con eso de la castaña, solo dije lo que creía sin medir las consecuencias. 

—No te preocupes, solo no quiero que te confundas conmigo. 

—Lo intentaré.

—Gracias—intente sonreír un poco y ella me sonrió en grande. 

Llegamos con los chicos y lo primero que hice fue buscar con la mirada a la castaña, pero no la veía por ningún lado. 

—Oye Leo ¿no has visto a la castaña?

—Dijo que iría a su cabaña un momento. 

—Bien, vengo en un momento, voy por ella. 

—Perfecto. 

Me aleje de Leo, y fui para la cabaña, abrí la puerta y encontré a la castaña sentada en el sillón entretenida con su celular. 

—Hey, ¿por qué estás acá?—pregunte sentando al lado de ella. 

—Me asustaste, no te escuché entrar, no lo sé, quería esperar a que tu regresaras—se encogió de hombros sin darle importancia. 

—Oye yo…—no pude terminar porque ella me interrumpió. 

—No digas nada, entiendo que lo hiciste por no comportarte grosera con ella, hubiera hecho lo mismo, solo quiero que me digas ¿paso algo entre ella y tú?–preguntó mirándome a los ojos—se sincera. 

—No, solo me dijo que le llame la atención en cuanto me vio e intentó tomarme la mano, pero no deje que pasara eso—dije tomando su mano. 

—Estoy harta de esa chica, no sabe respetar, te está coqueteando y ni siquiera lleva un día de conocerte. 

—Lo sé, pero según ella ya va a respetar lo nuestro—le informe acariciando su mano, se notaba que estaba molesta. 

—Bueno, solo hay que esperar a que cumpla, aunque lo dudo. 

—Ya no te enojes, mejor vamos con los chicos a la fogata—dije parandome con su mano todavía agarrada y di un pequeño jaloncito para que se levantará, al parecer se me pasó la fuerza porque se pego conmigo, pero en lugar de enojarse sonrió de manera sexy. 

Puso sus manos en mi nuca atrayendome hacia ella, la lleve contra la pared y comenzamos a besarnos, si no hubiera sido por el maldito toque de la puerta de nuevo, hubiéramos terminado lo que comenzó hace unas horas. Ahora el inoportuno fue Zac. 

—¿Qué pasa chicas? ¿No van a salir con nosotros? 

—Claro que sí, sólo que… —no tenía ningun pretexto, por lo que pensé rápido—la castaña estaba buscando un suéter y la estaba esperando. 

—Perfecto, apurense las esperamos haya—se fue corriendo. 

—Vamos, ya vinieron por nosotras—dije poniendo los ojos en blanco. 

—Vamos a divertirnos, hay más tiempo—me dio un corto beso y salimos. 

Ya eran las doce de la madrugada, y Laura y Hugo no se iban. 

—¿Donde se están quedando ustedes?—preguntó Leo.

—Al otro lado del bosque, hay cabañas y ahí nos quedamos—contesto Laura.

—Vaya, es muy tarde para que se vayan hasta allá ¿por qué no se quedan a dormir con nosotros? Hugo puede dormir en nuestra cabaña, y Laura en la de ellas—señaló a la castaña y a mí.

Que te jodan Leo, era lo único que nos faltaba.

—No creo que sea buena idea, ¿qué tal si duermes en nuestra cabaña Laura?—preguntó Neidan.

—Que lindo Nei pero prefiero dormir con chicas.

—También puedes dormir con Flor y Kristen—volvió a decir Neidan, lo estaba amando por la forma en que evitaba que Laura se metiera entre la ojiverde y yo.
Pero Flor y Kristen no se llevaron bien con ella, por lo que no aceptaron, y claro Laura no aceptó.

—Mejor me quedo en la cabaña de ellas—dijo Laura poniendo a mi lado.
Entrelace mi mano con la castaña, ella solo me miró y sonrió—¿está bien si me quedo con ustedes?

—Sí, no hay problema, aunque dormirás en la sala, en el colchón inflable, yo dormiré con ella en la cama—aseguró la castaña, yo solo intenté no reír.

—Perfecto—dijo Laura, sentí que algo planeaba.

—Bueno, entonces ya vámonos a descansar que ya es tarde—dijo Neidan.

Apagamos la fogata, y nos fuimos a las cabañas, me ofrecí a ayudarle a Laura, para acomodar el colchón.

—Voy por una cobija—informó la castaña.

—Este es el colchón y esta es la bomba de aire—abrí la caja del colchón y lo saque mientras Laura sacaba la bomba de aire.

—Yo quiero intentar inflarlo.

—Está bien, pero está bastante duro—le informe haciendo a un lado para que ella pudiera intentar.
Ella comenzó a inflar el colchón y sus mejillas se tornaron rojas por el esfuerzo que estaba haciendo, me dio ternura la escena de la morena, no se lo diría porque lo podía malinterpretar, así que solo me reí.

—¿De qué te ríes?

—Me da risa el esfuerzo que haces y lo roja que estas—exclamé entre risas.

—Cállate—dijo riendo—de verdad está muy duro esto.

—Se nota, pero ya casi acabas, ¿quieres agua?

—Sí, por favor.

Fui a la pequeña cocina por un vaso con agua para Laura, la castaña ya se había tardado, las cobijas estában en el primer cajón del closet, no creía que se le haya olvidado eso, tal vez se distrajo con algo.

Ella Donde viven las historias. Descúbrelo ahora