Capítulo 14

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Ya era lunes y tenía que ir a la universidad, me vestí rápido y me fui. Ya era hora del descanso y yo tenía que guardar unos libros para ir a almorzar y Leo se ofreció a esperarme ahí o al menos eso dijo porque después fue al baño.

Cuándo iba cerrando mi casillero sentí a alguien detrás de mí creí que era Leo, pero no... Era el idiota que estuvo apunto de pegarle a la castaña.

—¿Qué se traen tú y mi novia?—preguntó de manera agresiva y haciendo énfasis en la palabra "mi novia".

—¿Tu novia?—cuestione de manera sarcástica—que yo sepa ella terminó contigo el viernes.

—Eso a ti no te importa, me entere que tú y ella salen mucho juntas ¡no quiero que te acerques a ella!—advirtio en tono más agresivo.

—Eso a ti no te importa—dije repitiendo lo que él había dicho con un tono firme—yo voy a estar con ella y no voy a dejar que un idiota como tú le haga la vida imposible, ella está feliz sin ti, superala como ella lo hizo contigo.

—¿Entonces es feliz contigo?—pregunto en tono de burla—a ella no le gustan las mujeres y nunca sería feliz con una.

—No la conoces ni un poco, y no seré yo quien me aleje de ella, que eso te quede claro—dije perdiendo la paciencia.

—Escúchame bien—me pego contra el casillero—si no te alejas, ella sufrirá las consecuencias, no creo que quieras que le haga daño—exclamó sonriendo.

—¿Qué te pasa imbecil?—llegó Leo empujándolo para que se alejara de mí.

—No te preocupes ya me iba—dijo en modo de burla—así que ya sabes, aléjate de ella si no quieres que le haga daño.

Se fue, yo me quedé en shock, no sabía qué hacer. ¿De verdad era capaz de hacerle algo a la castaña? ¿O sólo lo dijo para que me alejara de ella? Estaba confundida, no quería alejarme de la chica, pero si estar con ella la ponía en peligro me alejaría sin dudarlo.

—¡Hey! ¿Estas bien?—Leo me pregunto preocupado. Lo único que hice fue asentir—¿qué era lo que quería ese imbécil?

—Que me aleje de la ojiverde, o él le va hacer daño—dije con voz muy baja que me sorprendió que me escuchara.

—¿Y qué vas hacer?

—No lo sé Leo—exclamé un poco alterada—tengo que hablar con ella.

—Hola chicos, me dijeron que estaban acá pero ya se habían tardado por eso los vine a buscar—llegó diciendo la castaña con una gran sonrisa. Mal momento para que llegue.

—Hola—contestó Leo con una sonrisa. Preferí no contestar y voltear para otro lado—las dejó solas.

—¿Todo bien?—preguntó preocupada.

—Sí. ¿Ya almorzaste?—pregunté cortante y sin mirarla.

Tenía miedo de perderla, pero también tenía miedo porque el imbécil de su ex novio fuera hacerle algo, le prometí que la cuidaría y eso haría.

—Sí—desvío su mirada de mí.

—Tengo que hablar contigo, vamos al campo de fútbol—empecé a caminar y ella me siguió, esta vez no la tome de la mano.

Llegamos y nos sentamos en las gradas donde le dije que me estaba enamorando de ella, fue mala idea ir ahí.

No tenía fuerzas para hablar, al momento de querer hablar mi voz se quebraba y las lágrimas querían salir, nunca había estado así. Ella me miraba esperando que le dijera algo, pero yo solo veía para al frente. Hasta que conseguí valor para hablar.

—Tal vez debemos distanciarnos por un tiempo—me miró esperando que le diera un motivo, pero no lo hice, y sus ojos se pusieron cristalinos.

—Ayer estábamos bien, ¿qué hice o por qué estas así conmigo?—preguntó con su voz entrecortada y agachó la cabeza.

—No hiciste nada bonita—la tomé del mentón haciendo que me mirara—lo que pasa es que...—me detuve, le tendría que decir, no podía dejar que ella pensara que fue por su culpa.

—¿Qué? Por favor dímelo—me miró con lágrimas en sus ojos. Dios no podía verla así, me sentí horrible.

Tenía ganas de abrazarla y besarla, decirle que todo estaría bien pero no estaba segura de eso.

—Tu ex novio fue a hablar conmigo, me dijo que si no me alejaba de ti ibas a sufrir las consecuencias, y no puedo permitir eso.

—Es un imbécil, él no debe meterse en lo nuestro—dijo enojada pero al mismo tiempo lloraba.

—Pero lo hizo, tú dijiste que es capaz de hacerle daño a quien sea.

—Sé lo que dije, pero si nos alejamos le daríamos lo que quiere—se limpió las lágrimas.

—Ya sé, pero no sería para siempre hermosa.

—¿Osea que quieres darle gusto a él?—preguntó ofendida.

—Nunca dije eso—conteste con el mismo tono que ella usó.

—Claro que sí.

—Perdón por preocuparme por ti y por querer cuidarte del loco de tu ex novio—puso los ojos en blanco.

—Quizá deberías dejar de preocuparte.

—Bien, entonces ya no me preocupare por ti.

—Perfecto, ya me voy, adiós—afirmó levantándose y tomando sus cosas.

No le conteste, no entendía en qué momento comenzamos a pelear las dos, ella estaba llorando y de un momento para otro ya me había dejado sola. Iba empezando en esto del amor y ya me arrepentía un poco.

Ella Donde viven las historias. Descúbrelo ahora