Capítulo 34

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Llegamos y ya estábamos un poco secas, la piel de la castaña ya no se veía a través de su blusa bajamos y mis papás estaban en la sala viendo una película, la castaña los saludo y mi mamá notó que estábamos húmedas.

—Vayan a secarse y a cambiarse a tu habitación, haré un poco de chocolate caliente—dijo sonriendo.

—Muchas gracias señora—exclamó la castaña con una sonrisa demasiado tierna.

Subimos a mi habitación y le di una toalla para que se secara, comencé a buscar ropa, a la castaña le di un pans gris con una camisa blanca que le quedaba un poco grande y yo me puse un pans negro con una camisa gris, ella se vistio dentro de mi habitación y yo salí al baño, no nos cambiaríamos en la misma habitación estando mis papás en la casa.

—Me encanta tu ropa y tu estilo—aseguró mirándose en el espejo que tenía a un lado de la cama.

—Y a mi me encanta como te ves con mi ropa y mi estilo—exclamé acercándome a ella y acaricié su brazo.

Me acerque a ella para besarla pero escuché pasos que subían las escaleras, me aleje rápido de ella y me senté en mi cama la ojiverde hizo lo mismo.

—Aquí están sus tazas de chocolate, espero les guste, estaré abajo niñas—dejó las tazas y se fue cerrando la puerta.

—¿Quieres poner una película?

—Claro, sorpréndeme con la que tú quieras—sonrió.

—Bien, pero no pondré ninguna de amor.

Tome el control remoto y puse una película que era de comedia, la castaña se quejo diciendo que esas películas nunca daban risa y que eran aburridas pero al final ella fue la que terminó riendo mas, no dejaba de reír, yo solo la miraba con cara de enamorada y es que así era, me enamore de ella.

Terminamos de ver la película y al poco rato mi mamá entró sin tocar.

—Ya nos dormiremos, no se duerman tan tarde ustedes y descansen.

—Igualmente señora—dijo la castaña sonriendo.

—Igualmente mamá—nos sonrió y se fue.

—Vaya susto, entró sin tocar la puerta, mínimo no estábamos haciendo nada—afirmó riendo.

—Siempre ha sido así, nunca toca antes de entrar.

—Bueno ahora que ya se fueron a dormir tus papás, te puedo besar—sonreí y de un momento para otro nuestros labios estaban unidos, la castaña tenía la mitad de su cuerpo arriba de mí, me besaba de manera tierna pero apasionada a la vez, no planeabamos llegar a otra cosa con ese beso, siempre que nos besabamos sentía mariposas en mi estómago, el efecto que tenía en mí era extraordinario, cada beso se sentía como el primero, el sentimiento no había cambiado y no tenía porqué hacerlo.

Dejamos de besarnos y no nos movimos de nuestra posición teníamos nuestras manos enlazadas ella me miraba con intensidad y sonríe un poco nerviosa.

—Me encanta tu sonrisa.

—A mi me encanta la tuya—me abrazó hundiendo su cabeza en el espacio de mi hombro y cuello.—Te amo.

—También te amo—se aferró más a mí, y después de un momento en silencio se quedó dormida, sonreí al ver su rostro en paz con los ojos cerrados me acerque para darle un beso en la frente para yo después quedarme dormida.

Me desperté y lo primero que hice fue buscar mi celular, estire mi mano para poder alcanzarlo y para no despertar a la castaña que seguía abrazada a mí. 

Tenía un mensaje de mi mamá. 

Tu papá tenía cosas que hacer desde temprano me pidió que lo acompañará, pueden comer lo que quieran y van a la universidad, cuídense las queremos.

Mis papás querían demasiado a la castaña, me decían que era una chica muy agradable y que era linda, tenían razón en eso.

No iríamos a la universidad sería una vergüenza entrar a esa hora, igual ya habíamos perdido dos clases, me quedé viendo a la castaña un rato cuando decidí despertarla. Tenía una pluma en mi escritorio no sabía la razón pero no importaba la tomé y comencé a pasarla por su nariz provocando que se moviera, volví a hacer lo mismo y sonrió abriendo sus ojos, me miró adormilada pero con una sonrisa en ese momento yo estaba riendo.

—Ya no iremos a la universidad, hice que nos dieran de baja—informe poniéndome seria.

—¿Qué? Estas loca.

—Es la verdad, habla al instituto para que me creas—me puse de pie frente a ella.

—¿Es enserio?—preguntó frunciendo el ceño y asentí—oye mis papás me mataran.

—Les puedo decir que fue mi culpa.

—Les hablaré—ya estaba preocupada, tomó su celular y se sentó en la cama cuando fui hasta ella para ponerme enfrente y reí—me van a matar, no te rías—me empujó.

—Es broma niña, ¿cómo te pudiste creer eso?

—Eres un tonta—comenzó a reír y jalo de mi mano para que me sentará al lado de ella—fue muy mala broma, eres pésima.

—Soy buenísima, hice que te asustaras—la abrace—pero hablando enserio hoy no iremos son las nueve, mejor vayamos a otro lado mis papás no están.

—Que bueno, no tenía ganas de ir a la universidad.

—Entonces desayunamos algo y después pensamos a dónde vamos a ir—asintió y me beso.

Ella Donde viven las historias. Descúbrelo ahora