CAPÍTULO 35 - IDEALES

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—Te pondrás gorda —dijo Perla, sentándose a un lado mientras alzaba el largo vestido.

—Nadie engorda de un día a otro. Deberías probarlos. —Le ofrecí un dulce—. Cómelo.

Aterrada de cuántas calorías podría tener, mordió un pedacito, como a quién le obligan a comer vegetales. Su ceño encogido desapareció.

—¿Lo ves?

—Dios mío... ¿Qué es esto? —Los ojos le iluminaron como a una niña y empezó a comer con rapidez.

—Son alfajores. —Le di el vaso entero—. Quédatelos.

Extasiada, los miró como si hubiese descubierto un tesoro, y pensó qué había estado haciendo toda su vida que nunca le surgió la bendita oportunidad de probar un dulce tan glorioso como ese.

—Creo que te gustaron. —Me sacudí las manos y vi transitar por el comedor a un chiquillo empuñando un kunai. No parecía querer agredir a nadie, sino más bien haberse escapado de la práctica de armas blancas cuando el olor a vainilla lo sedujo. Y esa imagen del niño con el arma en una mano y un pan en la otra me llevo a un solo punto—: ¿Participarás en los DAMA'S?

Mentalmente Perla tanteaba cuántos alfajores quedaban para ir corriendo hacia el mostrador e impedir que alguien más le pusiera las manos encima a la bandeja. Embriagada con el olor a azúcar, contestó:

—Obvio, no me perdería de una aventura como esa. He estado en todas las ediciones, incluso cuando las hermanas de la directora vinieron y firmaron ese tonto acuerdo que decía que los juegos se hacían con motivo de unión y no de conflicto —dijo, masticando—. ¿Y crees que los del reformatorio lo han respetado? —Sacudió la cabeza—. Un papel no impide una guerra.

—No creo que siempre hayan sido así. Son hermanas. De seguro fueron inseparables en algún momento.

Hizo un gesto afirmativo con la cabeza.

—Al comienzo. Según la historia, la idea era hacer un solo establecimiento, puesto que las tres tenían el mismo ideal. Ya sabes... desarrollar los talentos. Entonces las hermanas construyeron un edificio. Adivina cómo se llama; aún existe.

—Edificio Hayashi, ya he oído sobre él.

—Original, ¿no? —Avistó un movimiento cerca de la bandeja de alfajores. Un joven se estaba llevando los últimos que quedaban—. Ya vuelvo.

Mientras la veía correr hacia el mostrador, advertí a Danniel entrar. Cuando sus ojos me encontraron, se aproximó. Se sentó con las piernas a cada lado del banco.

—Cherry me agarró de pajarito mensajero. Quiere que llegues temprano hoy. Va a enseñarte una combinación básica.

Solté un suspiro de cansancio. La escasa energía que recuperé gracias a las pócimas de Akami la había perdido durante la prueba con Renzo. No me sentía en condiciones de practicar nada.

Noté que Perla se disputaba por unos cuantos dulces, armando escándalo.

—Pensaba en descansar un poco, Danny. Quedé agotada después de la evaluación.

—¡Joder, es cierto! ¿Pasaste? ¿Te resultó el boxeo? Que si no, voy y le digo a Renzo que... —Trató de levantarse.

—Ya —Situé la mano en su hombro y lo regresé al asiento—, sí pasé, sí resultó.

Me apretujó, zarandeándome. Danniel nunca me abrazaba de esa manera, siempre cuidaba de no asfixiarme, pero esta vez él sintió que mi logro también era mérito suyo. Y no pudo contenerse.

—¡A que soy mejor tutor que Cherry! —Se acercó a mi oído, afincándose de mi brazo—. Pero no le digas que dije eso, es capaz de arrancarme la cabeza.

A flor de piel [1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora