Trascurrieron dos semanas en un parpadeo. Durante ese tiempo Eric se había recuperado de la sordera en conjunto con la herida. Sin embargo, tuvo que asistir por varios días más a la sala de recuperación para que le aplicaran las pócimas correspondientes: una cicatrizante y otra regenerativa, ya que se quejaba del picor en la espalda a causa del balazo. Supuse que a raíz de aquel suceso tomaría una actitud retraída y tal vez sufriría episodios de ansiedad; había noches donde yo no dormía y repetía el incidente de Destiny una y otra vez. A él no le ocurrió lo mismo por ser el segundo tiro que recibía en su vida. Describía la sensación como no dolorosa en el instante donde la bala penetraba la piel, pero insoportable durante la cicatrización.
Yo, en cambio, durante esos días había optado en aprender a defenderme con otro tipo de pócimas que no me rasgaran la piel. Tenía sesiones de estudio intensas donde trataba de prolongar el tiempo de activación. En las prácticas anteriores siempre terminaba usando las que me igualaban en combate físico, como en el encuentro con Julio, para resistirlo y no abandonarlo tan pronto. Con el paso de los días fui bajando de rango quedando penúltima en la lista de Renzo. Yo insistía en mejorar aspectos de las pociones que dominaba bastante bien —el mental— en lugar de enfrentar el temor a ser golpeada. La lucha con Julio de alguna manera me generó pavor a que cualquiera, en combate, volviera a ponerme un dedo encima.
***
—«¡Te felicito, Nina! ¡Eres la mejor peleadora del castillo!». —Eric me apretujó en un abrazo—. «Estoy orgulloso de ti».
Renzo se acercó con un diploma donde mi nombre resplandecía en letras doradas.
—«Te entrego este reconocimientos a tu esfuerzo y al mayor puntaje en la práctica de pociones. Eres un ejemplo a seguir». —Me estrechó la mano—. «¡Vean este rostro!» —vociferó hacia el resto de los practicantes—. «¡Así es como se pelea! ¡Nina, la número uno en pociones!».
Una ovación se alzó ante mi presencia. Todos hablaban sobre mis logros y la voz de Eric me acurrucaba entre sus halagos y... ¿gritos? «¿Estás dormida?», preguntó. Ceñí la expresión, acariciando su rostro, y afirmé que no.
Una violenta sacudida en el hombro me despertó, preparándome para responder con un golpe. El rostro iluminado y exquisito de Eric que había visto en mi sueño fue remplazado por uno donde las perlas de sudor en su frente brillaban. Estaba a un lado, observándome con desconcierto.
—No deberías estar durmiendo en horas de práctica. —Se incorporó, fatigado. Aparentaba venir de dar sus lecciones de armas blancas, donde siempre terminaba con el cabello pegado a la frente y una mancha ovalada en el pecho de la camisa—. Saldremos del castillo.
—¿Qué? ¿A qué? —Me sobé la cabeza. Me había quedado dormida en el balcón mientras estudiaba la función de las pócimas de doble uso.
—A practicar. Ya me enteré que casi eres la última en la lista. Renzo me dijo que estás trabajando en el área que dominas en vez de hacerlo en tus debilidades. No deberías hacer eso.
—No me gusta pelear, Eric —Me palpé la cara descuadrada—, siempre termino herida. No se me da bien lo físico. —Recogí el papel y me alcé con dolencia en los hombros.
—Pues tendrás que aprenderlo. Ya es hora de que adquieras otro tipo de entrenamiento. Recuerda que la práctica de pociones se domina con el equilibrio entre el cielo y la tierra, la mente y el cuerpo. Si alguna de ellas falla, las probabilidades de ganar el combate son mínimas.
—Sí, ya sé —dije, quejumbrosa—. Solo no quiero que me jodan de nuevo.
—Entonces andando. —Inició la marcha—. Se entrena mejor fuera del castillo.
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A flor de piel [1]
FantasyTras escapar de su casa, Nina Cole halla en el bosque un portal mágico que la trasportará a un castillo donde cientos de jóvenes llamados Hayashers se adiestran en combate con el propósito de estar capacitados para los posibles ataques por parte del...