CAPÍTULO 26 - LA SORPRESA

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—Espera. —Me incorporé—. ¿Eso es todo? ¿No vas a preguntarme otra cosa?

—Con eso basta. Estás preparada. Alguien que no hubiese estudiado, hubiese respondido algo incoherente. Ten en cuenta que la mayoría de las preguntas que te hará Renzo son de análisis. Ya sabes cómo contestarlas. Solo ponte en situación.

Detestaba las preguntas de análisis. Debía pensar mucho durante los exámenes consumiendo más tiempo del necesario, por eso siempre terminaba contestando un resumen. Eso sucedía en el mejor de los casos. Otras veces, cuando desconocía la respuesta, inventaba cualquier disparate para no dejar el espacio en blanco. Nunca funcionaba.

—Hay cosas que no conozco muy bien. Me refiero a las armas de fuego. ¿Qué hago si Renzo menciona alguna en específico? No podré improvisar sobre algo que no conozco.

Eric consideró lo escuchado. Percibí varias interrogantes en su mente que Renzo había redactado para las evaluaciones de los primerizos en años anteriores, donde mencionaba el tipo de arma.

—Vamos a la sala de armas de fuego.

Al llegar noté que los practicantes estaban en evaluación. Alineados en una fila, apuntaban hacia muñecos que tenían círculos rojos en representación de los puntos clave del cuerpo. Lo interesante era que las armas que usaban, en vez de disparar balas, disparaban agujas.

—Es nueva —dijo Eric—. A uno de los chicos se le ocurrió la idea después de haber visto un documental donde un veterinario debía atender a un león por una pata fracturada. Para curarlo debía dispararle un dardo adormecedor. Al principio, el muchacho le había sugerido a la directora que las agujas provocaran el mismo efecto. Ella rechazó la propuesta, y estuve de acuerdo. Me parece que utilizar agujas como balas es más efectivo para inmovilizar, pues el efecto ocurre de inmediato. Si se emplean para dormir tendría que pasar medio minuto, más o menos, para que el líquido haga su trabajo.

—Para ambos casos existe la pócima verde limón y amarillo oro, ¿recuerdas?

—Lo sé, pero hay chicos que no saben pelear con pócimas. Es una práctica que requiere de mucho estudio, sobre todo el uso de la mente. No es que no necesites de tu mente para disparar, al contrario. Pero con las pócimas es más difícil. Debes saber cuál usar, en qué momento, qué dolor causar, anticiparte a los movimientos de tu enemigo, considerar si el combate es a corta, mediana o larga distancia, si hay armas... Un enfrentamiento con pociones tiene miles de técnicas. Podría pasar todo el día hablando sobre eso, pero vinimos a otra cosa.

Nos situamos frente a una pared que exponía el armamento de combate.

—Te mostraré las armas de fuego utilizadas en el castillo para que puedas identificarlas a simple vista.

Descolgó una de la pared, la cual tenía el cañón largo.

—Este es un fusil. Su alcance es largo y es el que más solemos utilizar. Sus balas son iguales a las de una pistola semiautomática, aunque, si no me equivoco, también pueden ser de mayor calibre. No estoy seguro.

—Pensé que sabías mucho sobre esto.

—Mi especialidad es la telepatía y el uso de armas blancas. —Verificó que no estuviese cargado—. Estuve un tiempo en esta disciplina. Cuando supe manejar el fusil decidí retirarme. Llegué hasta el nivel M-10.

—Es muy alto, la verdad. ¿No quisieras retomarla algún día?

—No —dijo—, lo que sigue después de esto son metralletas y ametralladoras. —Guindó el fusil y bajo un arma con el cañón más corto—. Esta es la metralleta. Es un arma que dispara de forma continua. Las municiones son de mayor calibre. —La colgó—. Las armas de fuego no son mi pasión. Les tengo respeto y las uso solo si es necesario.

A flor de piel [1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora