Sufría bajo la regadera. El agua que caía sobre mi piel ardía. No podía lavarme sin quejarme en el proceso. Antes de salir del baño me vi en el espejito. ¡Dios mío! Detallé venitas brotadas de colores rojizos y morados alrededor de mi ojo.
Pensando en cómo ocultar los golpes mientras me secaba, recordé una de las pociones curativas. Se llamaba blanco perla y extraía los hematomas. No se necesitaba de ningún dibujo o frase en hebreo, pero sí de un movimiento en el que intentaríamos sacar el golpe pellizcándolo con las uñas. Me coloqué un suéter con capucha y fui en busca de la pócima.
Encendí el bombillo del depósito observando el parpadeo continuo. Revisé la caja «pociones curativas» encontrando decenas. Blanco perla... blanco perla... Alcé varios frasquitos hacia la luz y lo reconocí de inmediato. Lo estrellé contra el piso. Los moretones de la cara empezaron a punzarme. Situé los dedos en el más doloroso y me pellizqué la piel, extrayéndolo. Hice lo mismo con los demás.
Llevé la caja al estante, percibiendo los nudillos de la mano derecha rotos. ¿Qué tanto pude haber entrenado para dejarlos en esas condiciones? No podía usar la pócima gris humo para cicatrizar los huecos porque necesitaba trabajar con la simulación de una sutura que desconocía.
Tratando de encontrar alguna alternativa para ocultar la prueba de que estuve boxeando, se me ocurrió hacer uso de las vendas. No, llamarían la atención. Mejor ocultaba las manos en los bolsillos hasta que sanaran.
Me encaminé hacia mi habitación para verificar el resultado. Como aún tenía la capucha puesta me dediqué a mirar el piso resplandeciente.
Cherry tenía demasiada fe en mí, por eso había planeado el encuentro. Jamás creyó que pudiera perder. ¿En qué diablos pensó? No llevaba tiempo suficiente como para participar en contiendas de ese estilo.
Cruzando hacia el pasillo, pegué la cabeza contra el pecho de alguien.
—Ay, perdón. —Tiré de la capucha hacia atrás. Era Eric. Siempre Eric.
—Con ese suéter chocarás con medio castillo.
—Es que tengo frío. —Volví a ponérmela casi de inmediato y bajé el semblante—. Te veo más tarde, ¿sí? —Retomé la caminata.
—Espera, Nina. —Me hizo dar media vuelta cuando sostuvo mi brazo entre los dos, dejando los nudillos rotos con la piel levantada, descubiertos—. ¿Qué te pasó?
—No... no es importante, de verdad.
No sabía si interpretar su expresión seria como un acto de preocupación o de enojo.
—¿En qué andas metida, Cole? ¿Con quién peleaste?
Me humedecí los labios, nerviosa. Al menos la poción había funcionado. No hizo referencia alguna hacia mi cara.
—Con Kenjiro. En la prueba.
—Estás mintiendo.
—No lo hago. ¿Por qué habría de hacerlo?
—Porque no los tenías así cuando nos vimos afuera.
Mierda. No recordaba el encuentro. Él mismo había sostenido mi mano.
—¿Por qué te quedas callada? —preguntó, auscultando mi rostro—. No quiero que pelees con nadie. No resuelves ningún problema de esa manera.
Ahí tenía la escapatoria.
—Sí... lo siento. —Miré la punta de mis zapatos—. Peleé hace un rato con una muchacha. Ella... me ofendió.
Eric negó con la cabeza.
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A flor de piel [1]
FantasyTras escapar de su casa, Nina Cole halla en el bosque un portal mágico que la trasportará a un castillo donde cientos de jóvenes llamados Hayashers se adiestran en combate con el propósito de estar capacitados para los posibles ataques por parte del...