Cerré la puerta del baño y me desnudé. Haber entrenado con Cherry sirvió como terapia para liberar aquel aborrecimiento que sentía hacia Julio. No solía odiar a nadie, y este sentimiento no hacía más que envenenarme el cuerpo.
—¿Nina, estás ahí? —vociferó Ellen mientras tocaba, urgida.
—¡Sí, ya voy!
La abrí, ocultándome detrás.
—Estaba buscándote desde hace rato —dijo con la mano en el pecho—. ¿Qué pasó?
—¿Qué pasó de qué?
—Todos se enteraron.
Un vaivén de temperatura me produjo jaqueca.
«¡Dios mío! ¡Cherry! La directora los va a echar a todos».
—Ellen...
—Eric se va a molestar contigo cuando...
—¡No, no! —Me envolví el cuerpo con la toalla y salí del baño—. Eric no se puede enterar de lo que pasó.
—Es tarde, Julio ya le dijo que estuviste en la sala de defensa y protección. El regaño que te ganaste...
El corazón me bombeaba con mucha intensidad. Por un momento sentí un pedazo de concreto en la garganta que no desapareció hasta que tragué saliva.
—Ellen, ¿ahora qué haré? —Caminé por la habitación en círculos—. Expulsarán a Cherry y...
Acentuó su expresión desconcertada.
—¿A Cherry? ¿Qué tiene que ver Cherry con todo esto? ¿Cuando la conociste?
Muda, recordé que ella no sabía que Cherry también estaba en la práctica de boxeo. Ellen no se refería a que Julio me había delatado sobre el ring, sino a otra cosa.
—Eh... no. —Fui al armario—. Eh... Cherry estuvo ahí y pensé que podrían expulsarla porque estuvo de acuerdo con lo que dije. Todos son... animales.
—Sí, bueno, hay muchachos que no toleran que las chicas practiquen por ser «delicadas». Ahí entra Cherry y los pone a todos en su sitio. No te preocupes. En realidad quisiera que hablaras con Eric. Está molesto. Le llamaron la atención.
Julio no debió escupirle nada sobre el ring. Conocía su intención: asustarme. Aunque me sintiera en constante peligro, por ahora respiraba con normalidad. Me afligía llenar la lista de Eric con problemas que no le correspondían.
***
Ensayaría una vez más con las pócimas fuera del castillo. Me situé cerca de la entrada, observando los faroles adornar el panorama oscuro.
—¿Cuál usaré primero? —me pregunté, haciendo sonar los frasquitos.
—No podrás hacerlo sola.
Instintivamente extraje el kunai y le apunté al sujeto que había hablado.
—¿Qué haces aquí, Eric? —Guardé el arma.
—Necesito hablar contigo sobre lo que pasó con Shen y Julio.
—Ahora no, estoy practicando.
—¿Sabías que no puedes entrenar con las pociones sin tener a alguien más? Si la pócima que vayas a utilizar provoca dolor, entonces te lo estarás haciendo a ti misma.
—Ya lo sabía. —Elevé un frasquito cualquiera hacia la luz amarillenta del farol, tratando de adivinar el matiz.
—¿Podemos hablar?
—No, Eric. ¿Tú me vas a entrenar para mañana?
—Ya lo hice. Esa práctica se enfoca en aprender a defenderte del oponente logrando activar una o varias pociones sin que te las bloqueen. Tú no tienes nada que practicar. En todo caso tendrías que manejar las pociones mentalmente, y eso ya lo haces. Eres telépata.
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A flor de piel [1]
FantasyTras escapar de su casa, Nina Cole halla en el bosque un portal mágico que la trasportará a un castillo donde cientos de jóvenes llamados Hayashers se adiestran en combate con el propósito de estar capacitados para los posibles ataques por parte del...