¿A dónde había ido Eric?
Esperé un par de minutos sentada frente al ventanal mirando de vez en cuando hacia la puerta. Nunca apareció. Fui hacia las escaleras. Concentrada en los peldaños que tenía que bajar, choqué por el desenfreno con un joven que subía con el rostro hundido en una hoja de papel.
—Perdón, no quise... —Me fijé en que era Eric.
—Ya tengo tus resultados. Vamos con la directora. —Se giró con rapidez.
Le aprisioné un brazo con ambas manos queriendo detenerlo.
—Espera, por favor.
—¿Qué?
Eric miraba a cualquier lado evitando mi cara.
—¿Qué vas a hacer si me voy?
Pensativo, alzó la frente encarando la pregunta. Ahora era él quien miraba desde abajo. Ya no estaba en la cumbre. Aseguraba, por su mirada humilde, que había pasado muchísimo tiempo desde que había visto a alguien por encima de él.
—No sé.
Hubo silencio entre ambos mientras se daba tiempo de organizar las ideas. Veía a los chicos transitar como si la respuesta estuviese en alguno de ellos. De pronto se hizo notar su rostro afligido.
—Supongo que... seguir. No sé si tenga ánimos de buscar otro aprendiz. Tal vez lo haga. Hay mucha gente allá afuera que necesita ayuda. No lo sé.
—¿Y qué vas a hacer si me quedo?
—Convertirte en la mejor —respondió de inmediato, brillándole los ojos—. Te enseñaré a defenderte, a usar armas... —Se percató de mi rechazo cuando desvié la mirada y aparté las manos de su cuerpo—. Pero si tu deseo es estudiar con libros también podemos hacerlo. Mira, hay varias prácticas que necesitan de mucho estudio, de libros, nada de armas. Y yo podría... yo podría... yo quiero...
—Voy a quedarme —aseguré— solo porque si no ataco el problema desde la raíz no podré vivir en paz.
Los ojos le centellearon.
—¿De verdad te vas a quedar?
Hice un gesto con la cabeza, indiferente.
—No puedo creerlo. Al final todo lo vivido en las Pruebas Especiales valió la pena.
—Espero no arrepentirme.
—¿Por qué lo harías?
—Por haber escogido el camino equivocado.
—No escoges el camino equivocado cuando antepones tu salud.
No era eso lo que me preocupaba.
—¿Crees que valga menos como persona si abandono la universidad... por un tiempo?
Se contrajo, y de pronto rio para sí mismo.
—Eso es ridículo. ¿Sabes qué pienso yo? —Sacudí la cabeza—. No necesitas de la universidad para ser alguien en la vida. Enfócate en lo que en realidad deseas y busca un camino alterno. La universidad es buena, sí, pero te impone reglas, te impone métodos. Tú debes crear tus propios métodos.
Sus palabras resonaban en mi mente una y otra vez, haciendo que me debatiera en creerle o no. Apostaba mi vida a que Eric no había cursado la universidad. Tendría veinte, veintiún años. No estaba en condiciones de decir qué estaba bien y qué estaba mal. Pero entonces lo entendí. Él era un maestro, no en ciencias ni en letras, pero sí en su área de combate, en lo que dominaba, en su talento innato.
—Sí... podrías tener razón.
—Ir a la universidad no te hace la mejor en algo, te hace conocedora. La única forma de aprender algo a la perfección es fracasando e intentando nuevamente. Las primeras veces siempre son las más difíciles. —Hizo una pausa, reflexionando—. Primera vez... primera vez... Odio esa frase. Generalmente todo lo que se hace por primera vez no sale bien. Caminar, correr, pelear... Fracasé en mis primeras peleas, pero con la práctica mejoré. —Eric me colocó la mano en la espalda indicándome que bajara los escalones—. Ahora soy tutor de dos disciplinas y ocupo lugares importantes en el castillo, ¿y sabes cómo lo hice?
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A flor de piel [1]
FantasyTras escapar de su casa, Nina Cole halla en el bosque un portal mágico que la trasportará a un castillo donde cientos de jóvenes llamados Hayashers se adiestran en combate con el propósito de estar capacitados para los posibles ataques por parte del...