CAPÍTULO 6 - CONFIANZA

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Ellen se plantó delante, mirándome con el rostro angustiado.

—Nina, me dijiste que irías al baño. ¿Qué estás haciendo aquí?

Aún no tenía control sobre mi cuerpo, por lo que no pude responder. Eric la movió hacia un lado y comenzó a sacudirme por los hombros:

—¡Contesta!

Ya había estado en esta situación con anterioridad. El proceso de conectarse con el más allá, tanto como el de volver a la frecuencia de los humanos, era tardío. Sabía que después de haberme relacionado con los espíritus debía esperar a que los músculos se me «descongelaran». La primera vez que lo experimenté fue durante los primeros días en casa de mi tía: un alma me había pedido ayuda diciendo que tenía mucho tiempo divagando en busca de luz. Escuché su historia con atención. Había muerto en un accidente de tránsito y no encontraba a su familia. Le dije que por su condición de «muerta» ella no podía regresar con ellos, que ahora debía tomar otro camino. Me preguntó cómo, y no supe qué responder. Se enfrascó en que todas las personas como yo sabían el cómo. Aseguré que no. Luego de varios minutos de haberla convencido en buscar a alguien más que la orientara, tardé medio minuto en recobrar el movimiento del cuerpo.

—¡Maldita sea, Nina! ¿Estás bien? —Eric me asfixió los brazos. El pavor se reflejó en su mandíbula prensada.

Fue el estrujamiento lo que aceleró el proceso de vuelta.

—Sí —hablé con languidez—. Me duele...

Separó las manos de mi piel dejándola rojiza. Intentó remendar el daño, sobándome.

—Destiny nos dijo que querías irte —reveló Ellen—. ¿En qué estabas pensando?

—No... no lo sé.

—¿Cómo que no sabes? —cuestionó Eric—. ¿Te has vuelto loca? ¿Sabes lo que iba a pasarte si salías del castillo? ¡Te perderías en el bosque y no llegarías nunca a Vancouver! No encontrarías en el jamás de los jamases el portal que te trajo hasta acá. ¿Te estás dando cuenta de lo que estás haciendo?

Su voz a regañadientes me silenció. Él de verdad buscaba la respuesta por la manera de verme.

—Perderme en el bosque... tal vez eso era lo que quería.

Llevé la vista a la suya contemplando el rostro de la intransigencia.

***

Me encerré en el baño a meditar, sintiéndome miserable por dejar la llave de la ducha abierta por tiempo indefinido. ¿Cómo era posible que mi talento innato lo hubiese heredado de mi tía? ¿Por qué mi mamá nunca me había hablado de eso?

Tocaron la puerta.

—Nina, soy yo —se anunció Eric—. Lamento haberte gritado como lo hice.

Me levanté del suelo y cerré la llave para escucharlo.

—Yo no quiero que nada malo te pase. Tú eres mi responsabilidad. No tienes idea de cuánto luché para ser tu guía. Siempre quise proteger a alguien. Le pedí a la directora hacerme cargo de una chica, y dijo que debía demostrarle que sería capaz de protegerla con mi vida, así que me sometí a las Pruebas Especiales de Aprendices Avanzados. Pasé la prueba más jodida de todas. La de sobrevivencia. —Hubo silencio—. Nina, que me digan que te quieres fugar del castillo hace que todo mi esfuerzo sea en vano. Lo único que quiero es que te quedes. —De nuevo silencio. Esperé varios minutos, y ya no lo escuché.

Eric me hacía sentir deplorable. Yo no tenía la culpa de querer tener una profesión y una vida económicamente estable. Pasé todo el colegio pensando en qué quería ser cuando fuera grande, y ahora que tenía la respuesta, no se me ocurriría tirar todo a la basura.

A flor de piel [1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora