CAPÍTULO 27 - LA DECISIÓN

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Tercera parte

Una alternativa peligrosa



Semillas y frutos

Presiento que el caos se avecina cuando soy testigo del momento exacto en el que cae un fruto del árbol venenoso que tiene Moe en la entrada. Y veo a Megan y a María. ¿De quién habrían heredado tanto valor? Las miro de nuevo, de espaldas, cargando el peso de la victoria a costa del dolor. Y no puedo dejar de repetirme «cada quien recoge lo que siembra; pero qué dulce es la muerte».

Mónica Johnson



Dos caras idénticas me miraban siendo rodeadas por un haz de luz. No. Era mi vista que aún no se ajustaba y ocasionaba que viese doble. Había un solo rostro. Pero no lo reconocí hasta que tuve consciencia de aquellos ojos color caramelo. Tampoco había ningún haz de luz, era el reflejo del bombillo.

—¿Qué paso? —le pregunté a Ellen.

—Hussein te enterró los kunai en los abdominales. Los médicos detuvieron el sangrado y cicatrizaron las heridas con una poción. —En su mirada había algo de lástima, no por mí, sino por ella misma—. Creo que hubiese dado lo que fuera por haber visto ese fatal encuentro.

Negué con la cabeza desaprobando sus palabras.

—No me malinterpretes. Algunos practicantes me contaron que trataste de usar un cuchillo. ¿Cómo puedes pelear con un cuchillo si aún no lo dominas?

—Quise intentarlo, y no funcionó. No soy capaz de cortar a nadie.

Un dolor punzante en el abdomen obligó a levantarme, quejumbrosa. ¿Dónde diablos estaban las benditas pócimas que quitaban el dolor? Me alcé la camisa y encontré dos líneas rojas por debajo de la boca del estómago.

—No te alarmes. Mañana podrán volver a aplicarte la poción y no te quedarán marcas.

Regresé la mirada a su rostro, boquiabierta:

—¿Marcas? ¿Me pueden quedar marcas?

—Si no existieran las pócimas medicinales, sí. —Me sobó la espalda—. Relájate. Gracias a Dios las inventaron y podemos vernos bien en poco tiempo después de haber recibido una cortada importante. —Hubo un leve descenso en su ánimo—. Tienes suerte. Muchos de nosotros nos quedamos con esas cicatrices.

Me preocupaba mi aspecto. No era vanidosa ni coqueta, pero las cicatrices no representaban para mí un recuerdo grato, sino consecuencia de una mala decisión. ¿Qué se diría Ellen todos los días después de bañarse y verse desnuda en el espejo? «Tuve que haber corrido hacia otro lado» o «¿por qué no me escondí?». ¿Y Eric? ¿Qué se diría él? Parecía no importarle que tuviese una marca notable en el pómulo.

—Creo que tienes razón —dije—. ¿Sabrás si me aplicaron alguna poción para el dolor? —Deslicé los dedos por el abdomen.

—Sí, debes esperar unos cuantos minutos para que haga efecto.

Reflexioné en el combate por un momento.

—De seguro ese imbécil ganó —dije.

—Quisiera decir que no.

—Era de esperarse. Ahora tendré que ver todas las lecciones desde el principio.

—De eso quería hablar —dijo—. Renzo organizó esta prueba para que adelantaran de nivel. Si tú no la aprobaste de igual forma puedes volver a presentarla en su fecha establecida. En dos semanas. No pasa nada si perdiste.

A Flor de Piel [1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora