El brillo del agua

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—Lo mejor es que dejemos de vernos. —A JiMin se le escapó el borde frío y ajeno mientras hablaba. Ni si quiera estaba mirando a la chica frente a él, sólo las taquillas de los vestíbulos. Colgó su bolso en su brazo, esperando su respuesta.

La sonrisa extendida en el rostro de WheeIn fue desapareciendo de una forma antinatural.

—¿Qué?

—Lo siento. —Verdaderamente no estaba muy arrepentido. Pero siempre servía de consuelo para las personas que dejaba después de aburrirse, era el colchón que lo colocaba para que las personas no tuvieran una caída tan mala.

Ni si quiera debería haber caída, ese era el primer punto importante. Le molestaba cuando las personas se salían de sus propios acuerdos y comenzaban a encariñarse con él. Era tan inquietante que no podía mantenerse cerca de la persona, tenía que poner el común punto final a su historia y atrapar a otra persona, nada más.

Él era humano, evidentemente tenía emociones como el resto. A pesar de ser acusado por varias personas por ser tan duro como una roca, no lo era.

Tenía una Nana, que podría llorar disimuladamente si ella se ponía a darle uno de sus discursos sentimentales. Y también tenía a SeokJin. Ese chico era la amistad más larga contando los años hablando por chat y JiMin lo adoraba lo suficiente como para ser un terriblemente llorón en lo que refería a su amistad.

—Tenemos que dejar de vernos, WheeIn —repitió, intentando ponerle alguna emoción a su voz. Cualquiera de ellas podía ser buena.

Recordar su nombre fue un buen punto a su favor, le daba la seriedad que necesitaba esa charla. Tenía el inicio perfecto, si lo lograba podía convencerla de mantenerse como buenos amigos.

Cuando los labios de ella temblaron con desilusión, JiMin sabía lo que venía a continuación.

Las personas preguntaban "¿Por qué?" conteniendo las lágrimas. Cómo si él fuese ciego y no hubiera visto la espeluznante mirada llena de corazoncitos que le lanzaban cuando debería estar distraído.

—¿Por qué? —¡Lo sabía!

Él suspiró antes de dar un discurso.

—Mira —Algo que aprendió con el tiempo, fue que los halagos al inicio era una mala idea. Iban al final—, no soy de quedarse en un sitio tanto tiempo —Él también podría estar hablando de su vida, le gustaba estar saltando entre varias ciudades durante sus vacaciones. Era un aventurero en muchos ámbitos de su vida—. Pasamos tiempo juntos y fue genial. Pero las cosas no van a volverse más íntimas.

—No estoy enamorada de ti —soltó ella a la defensiva.

—No, por fortuna —dijo con diversión, fue inevitable— y no vamos a esperar a que pase.

JiMin sabía leer a las personas mejor que nadie. WheeIn se inclinaba ciegamente ante su toque, sonreía como si hubiera sido drogada y quería pasar mucho colgada de él. Eran los primeros síntomas del enamoramiento, antes de que fuera tarde tenía que cortarlo de raíz.

Tal vez durante mucho tiempo, disfrutó de esto. Él no era un adolescente feo y poco querido rogado por amor, todo mundo quería comer de la palma de su mano. Se divirtió rompiendo corazones y haciendo llorar a personas.

Como le hicieron a él.

Eso era cosa del pasado, ya no más. Sólo le arruinaba el ánimo hacer a alguien depresivo.

—Pero... —tartamudeó tristemente.

JiMin no sintió ni un poco de pena, aunque se esforzó en sentirla. Está parte no estaba funcionando, tenía que cambiar su habitual estrategia o lloraría.

Amor de pingüino [YM/JS]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora