Chico de Antártida

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—¿Puedes creerlo? —JiMin cerró su casillero de un golpe con la palma abierta y mirando a SeokJin con sus dos cejas juntas. El sonido fue tan fuerte que sonó por todos los vestidores, aunque la escuela de natación no estaba del todo callada esa tarde— Es un...

Él siseó la maldición. Odiando que no pudiera decirla en voz alta porque al parecer todavía le agradaba mucho YoonGi para llamarlo idiota en voz alta, a pesar de todo lo que le había hecho.

Su amigo híbrido tenía el impulso de reírse, toda la situación era verdaderamente divertida. Pero no quería molestar a su amigo ahora que se veía realmente cabreado.

—Definitivamente tienes algo de mala suerte con los cambiantes. 

El humano suspiró quejumbrosamente colocando su toalla sobre su hombro.

—Ah, JiMin Sangsenim, buen trabajo. —Una muchacha de cabello largo atado en una cola de caballo alto en la cabeza entró a los vestíbulos con el equipo de limpieza. JiMin le sonrió de regreso, siendo tan encantador como un príncipe.

Sabía que se veía tan bien por la forma en que ella movió su propia boca y sus ojos se detuvieron en su cara por un largo instante, que significaba que estaba apreciándolo.

—Buen trabajo —dijo, mientras ladeaba su sonrisa y la chica finalmente tuvo suficiente. Huyendo hacia las duchas de las mujeres con toda prisa y una risa nerviosa. Entonces JiMin miró a SeokJin—. ¿Quién es ella?

Le preguntó a su amigo alzando una ceja.

—No puedes estar hablando en serio. —Resopló mirándolo con desaprobación pero también con diversión, esperando que fuera un chiste. No lo era, así que JiMin se mantuvo observándolo—. ¡El personal de limpieza no pasa de cinco personas!

Le reclamó, haciendo que JiMin agitara la mano sin preocupación.

—Sabes cuán malo soy recordando nombres.

—Realmente eres un caso perdido. —Negó con la cabeza y fingió suspirar.

Otro día, JiMin se hubiese reído. Otro día, hubiese buscado más información sobre la chica que parecía ser alguien lo suficientemente atractiva para ir tras ella. No este, tenía un humor algo apagado y todavía se sentía irritado cuando pensaba en YoonGi.

—Otro día puedes hacerme una presentación de todos los ayudantes —le sugirió, pasando la toalla por su cabello húmedo e intentando fregar su malhumor.

—En serio te ves muy molesto —apuntó SeokJin, pareciendo repentinamente más serio—, parece que quieres golpear a YoonGi.

Tenía parte de una broma y otra no.

Eso sí hizo reír suavemente a JiMin, ni si quiera podía maldecir al cambiante de pingüino y herirlo sonaba horrible, muy bajo. Además no había un fuerte motivo para patearle el trasero físicamente, sólo porque le recordara malos tragos de su adolescencia no justificaría su violencia.

—Si no tuviera una cara tan bonita lo haría —ironizó, sonriendo tristemente de él mismo.

SeokJin por supuesto puso una mueca de sorpresa.

—¿Una cara tan bonita? —JiMin levantó ambas cejas, ¿acaso era ciego?

—¿Has usado tus dos ojos para mirarlo? Tiene la cara más jodidamente linda que he visto. —Su explicación solo hizo que el asombro en Jin se duplicara

—¿Qué? —musitó el híbrido de petauro aún muy tomado por sorpresa.

—Es decir, ¿lo has visto cuando sonríe? —JiMin intentó recrear la sonrisa de YoonGi para su amigo, esa en la que se volvía todo ojos estrechos y enseñaba sus dientitos orgullosamente, obviamente él no tenía ese encanto. No pareció darle una pista a SeokJin— Sus ojos se iluminan y sus labios rosas... Bien, como sea.

Amor de pingüino [YM/JS]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora