El cortejo con DongJu iniciaría con un intercambio de piedras, como buenos pingüinos de Yejong.
JiMin sabía que su única elección era salir de la casa de JunSeo y sentarse en una roca gigante mientras YoonGi buscaba algunas pequeñas. De esa forma podría mantener un ojo sobre el niño y evitar cualquier insinuación que fuera demasiado lejos.
El aire helado iba a matarlo y tener que mirar a DongJu invadiendo el espacio personal de su vecino sería la sentencia final.
El niño era tan delgado y afeminado que hizo sentir a JiMin como un matón torpe a su alrededor. Su piel nunca se miró tan bronceada como al lado de este cambiante pingüino.
Con incomodidad, tiró de los guantes sobre sus dedos sintiéndose de repente muy cohibido con su físico. Algo inusual y sumamente frustrante.
Cuando rebotó su mirada de regreso en busca de los dos pingüinos, ellos ya no eran humanos. Sus ropas estaban esparcidas entre la nieve.
Cambiantes, nunca se preocuparían por dónde las dejaban. Por ese motivo, JiMin no se molestó en ir a recoger las prendas de YoonGi.
Encontrar a DongJu fue estúpidamente fácil, su pingüino era ligeramente más pequeño que el resto y tenía corazones blancos en la cabeza.
Pero, buscar a YoonGi fue el reto.
El humano admitió con vergüenza que no reconocía quién era su vecino. Había un montón de aves del mismo tipo y todos estaban excavando entre la nieve para buscar rocas.
Un pingüino se acercó sigilosamente hacia dónde estaba él y JiMin no fue bueno leyendo sus intenciones de robar las piedras que YoonGi reunió, pensó que podría tratarse del cambiante que adoraba.
—Hey, ¿YoonGi? —murmuró con algo de duda, alargando la mano para acariciar al ave. Esperaba que su vecino fregara su cabeza contra su palma como un gatito, en cambio otro pingüino apareció y con un graznido se interpuso entre los dos.
Apartando la mano, JiMin miró con un pequeño ceño fruncido al nuevo pingüino. Hasta que comenzó a cambiar y YoonGi apareció enfrente de él con una mirada resentida.
—¿Por qué estabas acariciando a otro pingüino? —La tesitura de su voz era un poco áspera, como si estuviera levemente molesto. Debía estarlo y JiMin no podía encontrarse más divertido.
—Porque me pareció lindo —mintió, dejando crecer una sonrisa y aleteando sus pestañas.
Vaho salía de su boca al hablar.
YoonGi se empujó un poco sobre él, su cuerpo pesando caliente y desnudo lo cubrió. Haciendo que por un largo momento JiMin se sintiera lo suficiente avergonzando para mirar a cualquier lugar menos a él.
Agradecía que no se sonrojaba.
—Sólo estás bromeando.
Tocando tímidamente su espalda, el humano sonrió.
—De acuerdo, estaba bromeando. Pero ya hablamos que la posesividad no es un rasgo atractivo, ¿lo recuerdas? —Quería quitarse los guantes para tocar con toda la intensión la piel de los hombros de YoonGi— Tuvimos esa conversación como tres veces.
Con un suspiro, YoonGi se removió.
—No es mi culpa, no puedo dejar que alguien intente tocar mis piedras, o a ti.
Aplastando el aleteo dentro de su estómago JiMin se obligó a sonreír aunque la forma en que lo hizo se sintió bastante antinatural.
—Ya, ya. No seas tan adorable. —Pellizcando su nariz, sintió que sería mejor centrarse en las piedras—. Conseguiste algunas muy bonitas, ¿cuál le darás a DongJu?
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Amor de pingüino [YM/JS]
FanfictionMin YoonGi es un adorable cambiaformas de pingüino, demasiado preocupado. Su especie es conocida por vincularse con una persona de por vida y es desalentador que su gordito animal interno eligiera caprichosamente como candidato al humano, Park JiMi...