Bajo cero

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La puerta de la casa de DongJu se abrió rápidamente, YoonGi ni si quiera tuvo que tocar. El cambiante más joven probablemente lo escuchó mucho antes de que llegara.

—YoonGi Hyung —saludó dándole una reverencia. Cuando levantó la cabeza sus ojos chocaron y los de él se agradaron, notando lo obvio— Es su... Temporada de apareamiento.

—Síp, lo es.

Difícilmente podría ignorar algo así después de lo que sucedió con JiMin.

Había pasado un día desde que dejó la casa de su padre y se mantuvo como un pingüino en la nieve. Pero aún podía sentir la boca del humano en la suya. El recuerdo seguía ahí, caliente en su piel.

—¿Por qué está aquí? —DongJu preguntó, dando un paso más cerca. YoonGi tan disimulado como pudo, retrocedió.

Lo que menos quería era que el chico se hiciera ideas equivocadas. No llegó ahí porque su pingüino se hubiera movido hacia el objeto de su deseo, eso estaba demasiado alejado de la realidad.

—Necesitaba, uhm, hablar contigo.

Se rascó su nuca, evitando mirar el rostro de DongJu.

—¿Se trata del humano? ¿Le pasó algo demasiado grave por mi culpa?

—Se llama JiMin —le corrigió con amabilidad— y no, él está bien. Necesito hablar, porque... Quiero terminar el cortejo, no funcionará.

Era importante mirar a DongJu a los ojos mientras decía algo como eso. Así que se tragó la incomodidad e intentó ser más valiente.

Una expresión herida en el cambiante más joven estaba ahí, lo hizo llenarse de una terrible culpa. YoonGi se dijo que no tenía un motivo. Esta vez no estaba dispuesto a sacrificar su felicidad por no saber negarse.

—¿En serio?

Asintió con la cabeza, sintiéndose como si hubiera pateado un cachorro.

—Lo lamento. —Era lo menos que podía decir—. Sé que ganaste la competencia, pero lo viste. Mi prioridad era JiMin.

—No significa nada —DongJu lo interrumpió rápidamente, avanzando hacia él y haciendo puños sobre su camiseta. YoonGi no fue lo suficientemente rápido para escapar—. Es tu pingüino, nuestros instintos animales pueden manipular nuestra mente.

—DongJu, no creo que se trate de eso...

¿Cómo podía decirle lo que sentía por JiMin? Era un sentimiento abstracto y enterrado demasiado hondo. Ya no era sólo su pingüino obligándolo a hacer cosas que normalmente no haría cerca del humano.

Antes de que pudiera intentar explicarlo, DongJu empuñó sus manos en su ropa con más fuerza.

—Una última oportunidad, YoonGi Hyung —le suplicó, al borde del llanto—. Sé que parezco que estoy desesperado, pero siempre me gustaste y nunca me atreví a hacer algo. Ahora puedo hacerlo y sabes que los pingüinos sólo nos emparejamos una vez, en serio.

YoonGi torció la boca, sujetando los hombros de DongJu como un abrazo flojo de consuelo.

Una última oportunidad no lo cambiaría nada, ellos tenían muchas cosas en común. Leían los mismos libros, escuchaban un mismo género de música y eran cambiantes que buscaban sentar cabeza.

Tenían tantos puntos compartidos. Pero no encajaban, no como el humano y él.

Si JiMin y DongJu pudieran saberlo al mismo tiempo...

De pronto, tuvo una idea.

—Si quieres una última oportunidad, ¿podríamos participar en el reconocimiento?

Amor de pingüino [YM/JS]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora