Nubarrón

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Mientras abrazarse por largas horas nunca fue la actividad favorita de JiMin, descubrió que las cosas eran totalmente distintas si YoonGi estaba incluido en eso.

Cómo que acurrucarse era lo mejor del mundo si tenía su vecino, descansando gustosamente contra su pecho. Porque YoonGi estaba tan caliente contra el frío de las nevadas y no se movía demasiado.

Se estaba volviendo un hábito para los dos, uno de las cálidos. Un par de noches quedaron atrapados en el incómodo sofá y aunque seguía siendo su lugar menos favorito para pasar la noche, JiMin adoraba despertar y ver la carita hinchada de su pequeño bebé.

Esa noche estaban en eso, YoonGi con la cabeza descansando en los muslos de JiMin y leyendo un libro, después de una gran cena casera con muchos mariscos.

Se suponía que el humano estaría viendo el nuevo capítulo de su serie en la televisión que YoonGi encendió para él, pero su mirada estaba resbalándose hacia al chico entre sus piernas.

Parecía concentrado en su lectura, había unas pequeñas y adorables arrugas en su nariz. Debía estar mucho más sensato si él podía leer.

A JiMin le gustaba eso. Saber qué estaba haciéndolo sentir bien y poder mantener a su animal interno a raya.

Era el mejor encantador de pingüinos. Se rio entre dientes de ese pensamiento tan gracioso y regresó la vista a la televisión con una sonrisa suave bailando en sus labios. Su entusiasmo murió cuando Phil, su personaje favorito, recibió un disparo muy cerca del corazón.

—¿Qué, demonios? ¡No! —Phil no se recuperaría de esa, había mucha sangre. Los ojos de YoonGi se levantaron del libro hacia él ante el escándalo que estaba montando el humano—. Maldita sea, era mi personaje favorito. Siempre me pasan estas cosas, ¡debo dejar de elegir favoritos o van a estar bajo tierra en el próximo capítulo!

JiMin refunfuñó tan amargado que atrajo toda la atención de YoonGi.

En su pantalla había un chico de cabello claro y una piel profundamente morena teniendo una muerte dramática para su gusto actoral. Torció la boca con disgusto, JiMin realmente tenía un tipo de hombres.

Su vista cayó sobre sus propias manos blanquecinas como copos de nieves. Nop, no entraba en el estereotipo de los chicos con los que el humano jugueteaba.

Seguro era por eso que solía llamarlo lindo.

—Eso iba a pasar, es un personaje creado para que sientas empatía —dijo objetivamente. O era lo que esperaba, pero su voz terminó algo resentida.

—Ni siquiera estabas mirando —JiMin lo acusó, sonando extraño.

—Puedo escuchar. —Su curiosidad fue saciada de inmediato. Lo compró con un vistazo, JiMin tenía una gota de agua temblando en las gruesas pestañas—. ¿Quieres... llorar?

Se sintió un poco bruto por ser tan directo cuando JiMin abrió sus ojos y forzó una sonrisa. Asustado de ser atrapado con la guardia emocional tan baja. Parpadeó rápidamente para alejar las lágrimas.

—No, para nada. —JiMin tuvo un ligero pánico corriendo a través de él. ¿Por qué se relajó tanto? Estaba con otra persona, no podía llorar simplemente por una estúpida serie. Iba a ganarse una buena burla.

Pero, mirando a su vecino volvió a olvidarlo. Se olvidó la razón por la que nunca lloraba frente a alguien.

Los ojos de YoonGi lo contemplaban con aprecio, no había ni una pizca de burla en su expresión.

—Estoy seguro que van a revivirlo en la siguiente temporada —lo consoló con sonrisa tierna.

JiMin acarició su mejilla con su pulgar, tratando de agradecerle por eso. Demonios, ¿cómo era tan posible adorar tanto a alguien? No lo sabía y tampoco le importaba mucho, era muy tarde para intentar sacar a YoonGi de su sistema.

Amor de pingüino [YM/JS]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora