Extra 2: Y si el hielo se rompe

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La madre de YoonGi se mantenía exactamente como él la recordaba. No alta, nada bronceada y no muy amable. El paso de los años sólo agregó unas pesadas arrugas en la frente o ese podía ser su ceño fruncido común, YoonGi no estaba totalmente seguro.

—YoonGi —dijo. El frío saludo envió un escalofrío por todo el cuerpo de YoonGi. De repente se sentía como un adolescente asustadizo otra vez, uno que no conocía el no como respuesta.

—Uh.

—YoonGi, el hijo prodigio que ha vuelto a casa. ¿Fueron algunas palabras de ánimo del fisioterapeuta las que te animaron a volver?

Ouch. Su madre era tan buena golpeando los temas que recordaba sensibles.

YoonGi contuvo todo el aire dentro de sus pulmones. Quería decirle que tratar charlas sensibles no lo haría agachar la cabeza como cuando era más joven.

Trató de escupir las palabras usando el poco aliento que le quedaba.

—Puedo... Puedo...

Deseaba explicarle que su nuevo estilo de vida le gustaba. Si bien nunca recuperaría su antiguo potencial, era mucho mejor que pasar el resto de su vida lamentándose. Se lo diría a su madre, tan pronto como pudiera ser capaz de inhalar y exhalar de nuevo.

—Bebé, respira —le recordó JiMin en un susurro, apretándolo contra su cuerpo. Sólo eso fue suficiente para que el hechizo de la pesadilla se rompiera. YoonGi se concentró en tomar los fríos hombros de su novio. Esto era el presente, con su compañero animándolo.

El único problema fue que su acercamiento llamó la atención de la mujer mayor. El cambiante de pingüino sintió sus mejillas tibias. No esperaba que la primera vez que su madre conociera a JiMin, estaría sentado sobre él.

Las cejas de su madre se levantaron con escepticismo, YoonGi ya sabía lo que vendría. Su madre iba a soltar un comentario mordaz que haría sentir a JiMin incómodo.

—Nuestra especie ha pasado elegir compañeros menos... Compatibles.

JiMin frunció el entrecejo, colocándose muy rígido en el sillón.

El pingüino dentro de YoonGi se balanceó sobre sus pies en una queja muda. No estaba bien que alguien insultara a su compañero en su presencia.

Sí, su animal interno tenía mucha razón. Así que YoonGi se aclaró la garganta usando mucha más fuerza de lo necesario.

—Madre, con todo respeto. Eres la cambiante menos indicada para regañarme por la elección que he hecho de mi compañero. No te mereces a papá.

YoonGi no se retractó, a pesar de que estaba bastante sorprendido de sí mismo. Nunca se imaginó hablándole firme a la persona que lo educó con una mano pesada, pero no permitiría que alguien hiriera a JiMin por ser un humano.

Su madre parecía igual de boquiabierta que él.

El espeso silencio en la sala se opacó cuando JunSeo apareció de la cocina, quitándose los guantes para hornear. Era obvio que escondía la incomodad bajo una media sonrisa.

—No seas maleducado con tu mamá, hijo. Son temas de adultos. —Lo que estaba destinado a ser un comentario para alejar la tensión del ambiente, sólo la hizo peor. El papá pingüino se dio cuenta de eso bastante rápido—. Nosotros, uhm, vamos a salir un rato. No hagan travesuras, niños.

—Papá, no deberías...

Usando una expresión amarga, JunSeo detuvo la advertencia de su hijo.

—Sé que no te encuentras en buenos términos con tu madre, YoonGi. Pero nos guste o no, sigue siendo mi pareja y necesito pasar tiempo con ella. Ya conoces cómo es el lazo entre compañeros. Imagínate pasar un mes sin JiMin. —YoonGi cerró la boca. No podía decir nada contra eso, estar lejos de su novio

Amor de pingüino [YM/JS]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora