Me siento tibio contigo

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El silencio de JiMin fue peor de lo que YoonGi pensó que podría venir.

Habría sido mejor una reacción explosiva a la cara en blanco que colocó el humano. Él mismo ya estaba lo suficiente estresado con todo ese asunto para arrastrar a alguien más a su propio pozo sin fondo.

JiMin colocó la taza del café en la mesa, seguía viéndose preocupantemente aturdido.

—¿Una vez de por vida? —YoonGi asintió tímidamente como respuesta— ¿De verdad? ¿Eso es real?

Preguntó tan sorprendido. YoonGi movió la boca en descuerdo, no tendría motivos para mentir en algo tan sagrado para él.

—Sí.

—¿Cómo las películas? ¿Los pingüinos tienen un felices para siempre con una sola persona? —JiMin se vio repentinamente lleno de curiosidad, mirándolo con sus dos ojos ligeramente más abiertos.

Cómo en las películas. A YoonGi no tan secretamente le gustaban las románticas, podría mirar una y quejarse los primeros minutos de la mala y cliché trama. Pero cuando se trataba del primero beso, la propuesta de matrimonio o la reconciliación, amaba tanto eso. Lo hacía sentirse cálido y anhelante.

—Es algo difícil de encasillar así pero... —Ladeó la cabeza— Sí, eso creo.

Esperó una terrible reacción, otra vez. Siempre pensó que en situaciones cruciales era bueno esperar lo peor, entonces cualquier cosa levemente buena podría ser aceptable.

La contestación de JiMin fue un balbuceo de algo. Que ni si quiera se escuchaban como palabras, ni YoonGi con su excelente audición pudo descifrar.

—¿Y yo soy...? —Apenas pudo señalarse— ¿Tú compañero? ¿Él único?

—Sí, lo eres.

—No puedo creerlo... Debes estar equivocado, de alguna forma.

Le afirmó torpemente, sonriendo y llenando de pliegues su frente.

—Generalmente me equivoco —confesó YoonGi, rascándose la mejilla—. No puedo decir lo mismo, lo siento. Tengo todo los síntomas, de verdad mi pingüino... Te quiero para mi compañero.

—¿Para el resto de su vida? No, no, te equivocas, YoonGi. ¿Cómo podría ser yo...? —Un obscurecimiento crudo y triste cruzó por sus ojos— Alguien tan especial, para alguien cómo tú.

Cuando JiMin dijo lo último, no estaba insultándolo. Definitivamente no. Lo pronunció dulcemente y suave, dándole a entender que para él YoonGi era bonito, también demasiado valioso sutilmente.

El pingüino de YoonGi tiró más fuerte cerca de su consciencia. Quería salir y empujar su cabeza de ave contra el muslo de JiMin para darle algo de consuelo. Lo haría si pudiera, el humano era bobo y no podía notar que su futuro compañero estaba herido de alguna forma.

—No estoy equivocado —aseguró para él, mientras sus orbes se volvían mucho más azules. JiMin odió mirarlos, habría deseado que esa no fuera una afirmación real. Ya sabía que cuando su vecino hablaba con la verdad la coloración de sus ojos era algo que esperar— ¿Estás molesto?

Demonios, incluso en una situación como esta YoonGi seguía preocupándose por lo que pensaba. Mientras que él estaba atado a él.

—¿Cómo me preguntas eso? —le cuestionó con una sonrisa extraña— Ahora mismo tú, tú...

Un estornudo le interrumpió a mitad de su acusación.

YoonGi inclinó la cabeza a un costado cuando escuchó a JiMin sorber por la nariz, aun si no era muy ruidoso ese sonido. Estaba consiguiendo un resfriado por culpa del aire frío de su apartamento. Reprimió el impulso animal de correr a abrigarlo, eso no era su yo real, era su tonto pingüino actuando protector.

Amor de pingüino [YM/JS]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora