Si pudieras elegir, ¿tomarías el verano o el invierno?

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Después de un par de días más, JiMin se rindió. Se dejó caer descuidadamente sobre el suelo, esperando a que YoonGi terminara de construir el nido a su alrededor.

Aprovechó que no quedaban más que empleados en la escuela de natación y dejó ser al ave inmensamente feliz por... Cinco minutos. Después iría a casa de SeokJin a jugar videojuegos para desenredar los nudos de tensión en su cuerpo.

El nido verdaderamente se veía como uno.

El pingüino había estado trabajando arduamente en él y siendo un poco honesto le daba pena tener que explicarle diariamente porque no podía quedarse a dormir ahí mismo. Sería fácil si el ave no usara esa expresión que decía "¿No podemos quedarnos juntos?" Luego JiMin se irritaba por no ser entendido, pero mayormente se sentía apenado.

—¿Feliz, maniático? —le preguntó con cansancio. YoonGi hizo un ruidito confirmativo y luego entró al nido con él. En el espacio entre sus piernas, mirándolo profundamente con sus ojos obscuros— Bien, genio y ¿ahora qué? ¿Quién de los dos piensas que va a poner un huevo, eh? ¿Vamos a empollar una piedra, o algo así?

El pingüino inclinó la cabeza.

JiMin volvió a exhalar, buscando su teléfono en el bolsillo de su pantalón. Llamó a TaeHyung para que recogiera a YoonGi pero el oso era malditamente impuntual en cada oportunidad. ¿Estaba haciéndolo para fastidiarlo? No tenía alguna duda.

Presionó la linterna por accidente y antes de que pudiera apagarla, algo divertido pasó. YoonGi saltó a perseguirla.

JiMin levantó una ceja, moviendo la luz. El pingüino de YoonGi corrió a seguirla fuera del nido, tratando de atraparla con su pico.

Se rio entretenido, apuntando hacia varios lugares. Anotó mentalmente a su lista de compras un puntero laser.

—Eres igual a un gato. —Y entonces algo en su cabeza hizo sonoramente click. Esto debía ser una de las razones por las que TaeHyung dijo que los gatos y los pingüinos se parecían. Además de su amor por la comida marina—. Está loco, los son muy distintos. Eres mejor que un león, claro —apuntó con la luz de regreso al interior del nido y YoonGi corrió tirando un poco de las piedras que tanto le costó recolectar—. Eres mucho mejor que él...

Murmuró, apagando la linterna.

No había punto de comparación entre YoonGi y HaeSung. HaeSung era obscuridad, sensualidad, malicia; YoonGi era completa luz, amabilidad y una belleza pura y magnética.

Acarició la cabeza del pingüino tiernamente. Había descubierto que a YoonGi le gustaba que rascara detrás de sus oídos y si lo hacía bien podía hacer unos graznidos parecido a un ronroneo.

Bien, quizás tenía algo de parecido un felino y su vecino.

—Ah, JiMin Sangsenim. —Una chica dijo tiernamente.

Sabía que un par de personas que lo llamaban así. WheeIn, tres chicos de bajo rango de aseo y claro, la muchacha rubia que no podía disimular cuánto lo quería.

Él apartó su mano de YoonGi, enderezándose. Recompuso esa actitud que usaba para sus citas de una noche. Era carismático, energético y libre, esa versión suya no estaría sentado en el nido de un pingüino y mimando al ave.

—¿Qué pasa, belleza?

Ella se veía bien usando vestido, decidió que era lo suficientemente linda para él.

Se echó el cabello hacia atrás con una mano, dándose un aire mucho más sensual.

—Mis amigas y yo, vamos a cenar. Nos preguntábamos si querría venir con nosotras.

Amor de pingüino [YM/JS]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora