De frío a caliente

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JiMin buscó por tercera ocasión la toalla en su bolso de cambio con el cabello húmedo goteando sobre su rostro. Levantó ambas las cejas al terminar de revisar y no encontrarla en ninguno de los bolsillos.

Raro. Siempre mantenía su equipo junto para ser lo más eficaz en las mañanas.

Levantarse era la peor parte de su rutina diaria. Amaba su adoraba cama tanto como estar en el agua y despedirse de ella le costaba demasiado. Solamente cuando una de sus citas dormía en ella fuera del sexo era lejano a descansar con tranquilidad, se sentía impaciente y prefería saltar lejos del colchón lo más pronto posible.

El desayuno terminaba siendo algo rápido, viscoso o demasiado salado. Cómo cocinero era un verdadero desastre que debería mantenerse fuera de la cocina por su propia salud. Su Nana estaría decepcionada si supiera que hizo de las sagradas recetas familiares algo poco comestible, tenía talento en ello.

Con el estómago vacío, con sueño y el silencio de su apartamento solitario era la bruma tediosa que JiMin tenía que tolerar en las mañanas antes de llegar a su trabajo. En la noche podía ser distinto, después de nadar estaba mucho más enfriado.

—Por favor, JiMin —insistió HoSeok usando manos y sus palmas juntas. Él tenía los ojos de manipulación más brillosos que JiMin hubiese mirado, por encima de sus estudiantes cada vez que querían saltar las clases y jugar waterpolo.

Contuvo un resoplido de frustración nerviosa. No esperaba que HoSeok fuera del tipo de persona insistente.

Era algo que se veía venir por la forma en que miró a su vecino. Cómo ganando una medalla de las que siempre colgaba en su cuello. Si conseguía lo que quería seguro que tendría su sonrisa habitual de ganador y triunfo.

JiMin prefirió mirar un punto indefinido en los vestidores para evitar prestarle atención a esa imagen mental que tanto lo atormentaba.

A veces no podía creer que fuera puramente humano, no era territorial con sus conquistas pero si con los triunfos que no le pertenecían. No era un adicto al éxito realmente, simplemente algo se activaba dentro de él obligándolo a ganar. De esa forma irracional debería sentirse el instinto.

Descartaría que no fuera un humano puro si sus análisis de toda la vida no arrojaran esos resultados y su Nana no le recalcaba en vano lo sagrada que era su línea de sangre por mantenerse intacta.

Aunque los humanos todavía se parecían a los cambiantes en muchas cosas. Decían que eran mejores, con más razonamiento y menos instintos, pero también se volvían animales.

El caballito de mar avanzó, reduciendo su espacio personal.

—Por favor. —Volvió a pedir con la voz cada vez más desesperada.

—No, HoSeok. —También repitió él, intentando conservar la calma—. No voy a decirte dónde vivo.

—¡Por favor! —imploró agitando las manos con más insistencia. JiMin miró al caballito, era rubio como podía esperarse por el color de la piel de su animal marino. Tenía una mancha de escamas doradas como el sol en los realzados pómulos, al igual que en la comisura de los labios. La punta de sus orejas era un poco puntiaguda, cubierta de la misma textura.

Agradecía que WheeIn fuera su hermanastra y no tuvieran un lazo sanguíneo o verla desnuda y encontrar las mismas escamas que tenía su rival sería un completo problema.

—No seas un niño —le reprochó con algo de firmeza. Por suerte sus alumnos ya no estaban ahí o si alguno lo escucharan podría sentirse ofendido. En realidad, HoSeok estaba siendo más inmaduro que sus propios alumnos, los alagaría la próxima vez por ser tan serios—. No insistas, mi respuesta final es no.

Amor de pingüino [YM/JS]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora