Los ojos apagados e hinchados de Mel no veían la claridad, todo era oscuridad. Se había dado dos duchas en lo que iba de la mañana, se sentía culpable de todo lo que le había sucedido, pero no era así.
Sentía desconfianza, de todos en general, tenía miedo de contarle a alguien, también sentía vergüenza, se sentía sola y perturbada. Estaba aterrada, intentaba restarle importancia a lo que había pasado, pero ella estaba segura de que nunca iba a volver a pasar. Estaba en completa negación a sus sentimientos. Los recuerdos no dejaban de inundar su mente, matándola en ellos.
—Hola mamá, soy yo. ¿Te molesta que vaya unos dias a dormir en tu casa?— la voz estaba quebrada, el nudo en la garganta la lastimaba, pero aun así sonrió al escuchar la voz de su madre e intentó no sonar devastada.
—Cariño que gusto oírte. Puedes venir cuando quieras, pequeña— aseguró su madre. Definitivamente Julie era una excelente madre, más para Melissa. Ella había estado siempre para su hija, apoyándola en absolutamente todo lo que se proponía.
Siempre acudía a su madre en buenos momentos y a veces en malos, pero ella no quería hablar sobre nada, solo quería sentirse menos sola.
—Iré en seguida, te quiero mamá— expresó la rubia sonriendo, su madre sospechaba que algo le sucedía, pero prefirió no decir nada.
—Te amo pequeña— afirmó su madre para acabar con la corta llamada. Melissa no se fue sin antes tirar las sabanas de su cama, tenía las muñecas marcadas, moradas, por lo cual tuvo que ponerse un suéter con las mangas muy largas. Preparó un pequeño bolso, lo tiró en su auto y lloro todo el camino hasta su casa, una vez ella estacionó se secó sus lágrimas y sonrió como si fuera la persona más feliz del planeta.
—Cariño, llegaste. Pasa— exclamó entusiasmada su madre ya que hace un tiempo no veía a su pequeña Melissa. Ella entró más que encantada, extrañaba a veces la casa de su madre. Saludó a su mamá. Sus hermanas ya tenían cada una su vivienda, solo quedaron su mamá y Micah su perro.
—¿Cómo estás, pequeña?— preguntó su madre mientras volvía a la cocina y la rubia tomó asiento en una de las butacas frente a la barra de la cocina mirando a su madre.
—Bien mamá, anoche se estrenó el primer capítulo de Supergirl— habló sonriendo Melissa, estaba feliz por ello. Y debía hacer creer a su madre de que estaba bien.
—Si, con Micah lo vimos. Estamos orgullosos de ti, pequeña— elogió su madre, haciendo dudar a Mel de eso, no era la gran cosa. Se sentía inútil, y comenzaba a dudar de sus capacidades.
—Gracias mamá ¿Dónde está Micah?— preguntó Melissa ya que no veía a su pequeño peludo lamiendo sus manos.
—Está en la peluquería, ya le tocaba. En la tarde volverá— respondió su madre. Melissa asintió.
—Estoy haciendo tu comida favorita. Pollo frito con ensalada latina— dijo su madre y nada pudo hacerla sentir tan bien en ese momento como escuchar que comería su plato preferido. Sonrió sinceramente esta vez.
—¡Gracias, mamá!— expresó la rubia. Mientras comenzaba a preparar la mesa para almorzar, pero su teléfono comenzó a sonar. Era Daniel, su mánager. Salió al patio de la casa y contestó la llamada.
—Hola Dan....— no pudo terminar el saludo debido a que el representante la interrumpió, estaba preocupado y enojado con Melissa.
—Melissa dónde estás? Faltaste a las entrevistas de esta mañana... ¿sucedió algo? ¿estás bien?— Carajo, la rubia se había olvidado por completo de su trabajo. Se merecía la regañada, pero no podía concentrarse en el trabajo, no ahora.
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Mi dulce salvación- Meltie
FanficRememoradas dichas y bellezas que se hicieron amar fervientemente han llegado en el tiempo confidente a parecerse a próximas tristezas... Logrará Melissa sanar sus heridas del pasado contando con el apoyo de su mejor amiga Katie? Quien detestaba a...