Dejando todo atrás

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Sam Chevalier



Y un día te das cuenta que estar solo no es tan malo, que tu felicidad no depende de estar con alguien necesariamente y, de repente eres feliz y comienzas a disfrutar de tu soledad mientras te cuidas, te amas y te valoras. Y la vida así, también es bonita.

Han pasado tantas espinas por mis pies, que pienso que no he andado por el camino correcto y solamente me he dedicado a caminar descalzo por la acera de varias casas que no son mi hogar. He aprendido que el dolor lo causa una acción y que ha sido mi culpa, me he enamorado a destiempo, he confiado sin conocer, he buscado donde no existe nada más que un oscuro horizonte. En pocas palabras, he perdido mi tiempo en lugares que no llenan mi vacío, he conocido personas que no tenían nada para brindarme. Eso me ha decepcionado de mí mismo.       He tropezado tantas veces, pero ya no más. Es el momento del cambio, de tomar una decisión que cambie el rumbo de mi vida y dejar de caminar en círculos para toparme con la misma piedra. He decidido crear mi propio sendero, dibujar mi propio paisaje y caminar con los zapatos adecuados y con los pies sobre la tierra. Es tiempo de quererme un poquito y no maltratarme tanto. Ya me cansé de sufrir, quizá fue una señal para reivindicarme, para detenerme y pensar, para secar las lágrimas que nunca lloré y seguir adelante sin importar cuántas cosas me han pasado.
      No olvidaré los brazos que me dejaron caer para sujetar otro cuerpo, no olvidaré las veces que tropecé y mucho menos cuánto me dolió; no olvidaré cuantas veces creí amar a personas que no me querían y realmente no era amor sino una simple ilusión de lo que jamás llegó a ser. Me adapté a todos los terrenos —unos más hostiles que otros, unos secos y otros húmedos—, a unas piernas temblorosas de deseo y a otras que se cerraron cuando obtuvieron lo que querían. He sido juguete de algunas personas que olvidaron que yo también tenía sentimientos, no es nada que me sorprenda, la verdad ya nada me impresiona de la gente.
      Hoy en día solo aprendo, nunca pierdo, me levanto y me sonrío, soy mi propio libro, me reescribo, me subrayo, me arranco algunas páginas y me escribo otras nuevas, narro mi propio destino y dejo algunas hojas por si algún día debo quemar el resto y empezar de nuevo. Así como hoy.

El Chico de los Ojos Tristes - Sam ChevalierDonde viven las historias. Descúbrelo ahora