Quisiera irme lejos

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El Chico de los Ojos Tristes



Esperaba más de ti, que mis expectativas estuviesen en lo correcto al apostar todo por ti, incluso los latidos, las sonrisas que no pudieron ser.
      Esperaba que sintieras lo mismo, que me amaras como tanto quería, pero no siempre se lee el mismo libro entre dos, ni siquiera estuvimos en la misma página.
      Esperaba más de alguien que nunca esperó nada de sí mismo.
Esperaba más de mí, por haberme quedado esperando que nacieran flores de un vacío que jamás se llenó, esperaba más de mí porque debía irme y me quedé, esperaba ser fuerte y quererme tanto como tú te querías.
      Ahora ya se acabó la espera, me voy con mis maletas y a los recuerdos los dejo en casa, esa casa que fue solo mía, porque incluso contigo en ella se sentía vacía, triste y se parecía a todo menos a un hogar.

Cuando la monotonía me atrapa y las verdades salen al aire me canso de todo rápidamente. Cuando siento que no quiero hablar con nadie y mi humor se vuelve negro, las buenas vibras no salen. Cuando las luces se apagan y solo me quedo entre la ausencia y la tristeza, el corazón pierde su propósito y en ese momento siento que pierdo el camino y las palabras alentadoras me saben a nada.
      Al llegar esos instantes de ruptura todo se pierde, hasta la razón. La vista se me nubla, el alma sale a gritar todas las heridas que estuvieron en la prisión que yo mismo creé -al sentir amor por quien nunca lo sintió por mí-, y todo se vuelve gris en esos momentos de sinsentido total.
      Quisiera irme lejos, desaparecer y estar en cualquier lugar que me proporcione una explicación para no ser tan duro conmigo, volver a tener valor y dejar atrás ese miedo de conocer nuevas personas. La vida no me ha tratado como quise, pero hace tiempo me convencí de que no es justa. Sin embargo, es ese bosque de espinas en donde aprendes a ser fuerte, a medida que recibes estocadas sin anestesia y sin caricias al final del camino.
      Las mejores emociones, los mejores sentimientos, lo mejor de mí lo entregué cuando sentí un amor que no cabía en mi pecho, era más grande que yo o así lo sentí, así de grande y basto me dolió: siempre una decepción tras otra, una menos dolorosa que la anterior, y luego directo a la nada, nada dolía, me hirieron tanto que adquirí una insensibilidad congénita en mi corazón y en el alma. 

      Ahora quiero irme lejos, tanto como sea posible, a donde el amor no toque mi puerta y pueda ser simplemente yo con mis lecciones y tropiezos, con mis historias grises que nadie quiere escuchar, pero es que todos cuentan historias de amor con finales perfectos, con un vestido blanco y unas sonrisas temporales, al menos eso muestran las películas, la realidad es otra, la realidad es un disparo certero en el momento más confortable.
      Las flores no dejan de crecer, pero las espinas suelen clavarse en las mismas rosas cuando sus pétalos caen y se cansan. Hay historias que, en el fondo del corazón, son ese secreto de estado emocional que no se pueden tocar y menos mencionar. Existe una carga pesada de esas palabras que no se dijeron a tiempo, de esa plática que quedó en medio de un imposible, de esa carta que el alma escribió con lágrimas y que nunca se pudo leer por quien fue inspirada. Algunas tristezas son más profundas que otras, en especial esas que son provocadas por un amor que quiso ser eterno y que lastimosamente fue tan efímero que no llegó ni a la mitad de los planes trazados en el mismo. 
      Hay personas que cuando se rompen, no se reparan nunca más.
Entonces te das cuenta que cuando amas y te cortan las alas te quedan las ganas de volar.
      Lo peor es que quieres volar con quien te cortó las alas, aunque el orgullo te haga decir lo contrario.

El Chico de los Ojos Tristes - Sam ChevalierDonde viven las historias. Descúbrelo ahora