El miedo al mañana

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Sam Chevalier



Consecuentemente nuestros actos nos llevan a cambiar, todos lo hacemos en algún momento de nuestra vida, sea para obtener algo que anhelamos desde hace tiempo, o simplemente porque no nos sentíamos conformes en nuestra faceta anterior. Algunas versiones de nosotros nos causan risa cuando miramos una foto de nuestro pasado pero los cambios son buenos, no existen malos, simplemente existen reflexiones de nosotros mismos, causas que se pierden a cambio de la experiencia de vida. He hablado tanto de aprender, pero a veces olvidamos cosas que debíamos mantener presentes y constantes.

Hay factores que no debemos dejar ir, ni siquiera por amor, por ejemplo el amor propio. Cuando pasa el tiempo vamos cayendo nuevamente en la rutina del corazón, esa rutina que nos lleva nuevamente a otros brazos.

Sólo es cuestión de tiempo para que nos olvidemos en algún momento de nosotros mismos, y eso es un error inexplicable que trae sus consecuencias —como todo— solo que a veces las vemos cuando ya es tarde, cuando sabemos que no recibimos lo que merecemos, cuando las estrellas se caen del cielo y dejamos de soñar.

La ilusión es inevitable, el amor también lo es, las ganas de compartir nos hacen humanos y si algo he aprendido es que nacimos para compartir, como una célula se divide en dos, como una gota de agua se convierte en un río.

Lo que hacemos y para quienes lo hacemos, los porqués son obvios, al fin y al cabo, siempre es por alguien, mejoramos para nosotros, pero también para compartir con los nuestros, para que nos vean siendo mejores, para dejar un legado a los que vienen. Nacemos y en nuestros genes estáinquebrantablemente el compartir como ley universal.

Pero a veces necesitamos estar solos. Se vale tener nuestro propio espacio, y tomar un tiempo para meditar, no es un delito no querer hablar con nadie. Simplemente hay personas que adoran estar solos, que disfrutan tener su lugar, de compartir tiempo consigo mismo, de tener una cena romántica solo, ir a un recital, al cine. Algunas renuncias son obligatorias, no todas las guerras deben pelearse, no todas las nubes son grises, no todos los peses quieren andar en un grupo, existen los que quieren estar solos, y también es bonito estar así, con un amor propio, unos ideales firmes y con la mirada puesta en el hoy, sin pensar en el mañana.



Me gustaría pensar que el reloj no afectará la longevidad de nuestras vidas, que voy a mirar esos ojitos tuyos sin una muerte que lo impida.
      Quisiera ser ese que le haga saber a tu corazón que tiene más razones para latir, ynunca detenerse, para correr a la velocidad de nuestro amor y no quedar nunca atrás.
      Sabes, si el tiempo fuese ley, quisiera cometer unos cuantos delitos para llegar a ti, detenerlo cada vez que te mire, acelerarlo cuando vayas de viaje, detenerlo cuando estés conmigo, joder, me da mucho miedo dejar de vivir algún día y no volver a verte nunca más.

—Si sientes miedo es porque amas de verdad.

El Chico de los Ojos Tristes - Sam ChevalierDonde viven las historias. Descúbrelo ahora