Para dejarte ir.

216 10 0
                                    

Sam Chevalier




El tiempo es la ley de vida más auténtica que existe. El destino es un tabú, solo existen las ganas de estar o de no estar, de ser o no ser, de elegir con quien volar, de mirar más allá del momento y de hacer lo necesario cuando anhelas algo o alguien. Hay personas que nos hacen elegir entre ser néctar o veneno, la decisión está en nosotros, en qué tan duro nos golpeó el hecho, lo que se llevó de nosotros y lo que hoy en día queda. Entonces tomamos nuestra decisión.

A veces suelo pensar cómo hubiese sido mi vida si hubiese estado contigo, que despertaste lo que no conocía de mí. Qué hubiese pasado si nos hubiésemos dado una oportunidad más allá de las expectativas, si hubiese sido más valiente, si no hubiese tenido tanto miedo. Suelo preguntarme, entre mis desvelos y conversaciones con la luna, sobre ti, suelo hacerme cientos de preguntas, imaginar sensaciones, volar sin alas, soñar y verme más allá de la soledad y la desesperanza. Pero sabes, fuiste mi amor más fugaz, mi sonrisa más perfecta, la silueta que nunca abracé y donde quedaron las ganas más genuinas de caminar... ojalá hubiese sido por mucho tiempo, y a tu lado. Esa inocente esperanza de llegar a viejitos y decirnos lo mismo de siempre.
      Nunca olvidaré las miradas ni los besos que te di, no olvidaré esa ridícula voz que tenías para cantar, pero lo hacías y me hacía feliz escucharte, reí más de lo que cabe en una vida a pesar de que fue tan efímero el tiempo que pasamos juntos. Lamento tanto no poder llegar a ser el amor de tu vida o tú de la mía pero con el tiempo comprendí que fuimos un cuento de hadas, como esa pluma de halcón que despegó al agitar las alas y caímos para jamás volver a volar juntos. Tú fuiste esa flor que perdí y fue triste seguir sin ti desde aquel entonces.
      No te volveré a ver, lo sé, mas no olvidaré que contigo las horas pasaban de prisa al ser feliz como nunca. Suele pasar, que se viven los momentos más felices y el tiempo es más corto cuando sonríes con cada parte de tu ser. Ahora debo seguir agitando mis alas, aprendiendo a vivir sin ti, intentando olvidarte, buscando nuevos motivos, nuevos besos, nuevos abrazos, aunque ninguno como los tuyos. Eso te lo aseguro.
      En este largo viaje comprendí que para dejarte ir debía resignarme y entender que nada es eterno, que las sonrisas, los momentos, las palabras y las personas se van y solo queda seguir.
      Y esta es la única manera de convencerme, de entender, para dejarte ir.

El Chico de los Ojos Tristes - Sam ChevalierDonde viven las historias. Descúbrelo ahora