Alma de colibrí

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El Chico de los Ojos Tristes




El alma oculta secretos, mas no oculta sentimientos. Es hermoso lo espontáneo, lo que llega sin aviso alguno, lo que te sorprende y te cambia la vida. Amo a esas personas que dicen poco y hacen mucho, esas que te cambian los días y los hacen mejores, esas personas que quiero estén siempre en mi vida.Personas como tú.

Fue una tarde de primavera de esas en que te sientes pensativo y sin ánimos de nada, cansado de ver que a tu amigo le rompen el corazón todo el tiempo, o que la chica que te gusta está enfocada en otro que no sabe lo que quiere.Mientras caminaba por mi vecindario, alcancé a vislumbrar a aquella chica que tenía tanto tiempo sin ver. Estaba tan guapa ¡joder! Me acerqué a saludarla sin imaginar que ella me abrazaría... No lo esperaba y fue reconfortante su calidez y jamás pensé que sentiría tanta paz al abrazar a alguien que no creí que volvería a ver. Luego de aquel abrazo nos perdimos en una charla sobre qué había sido de nuestras vidas, sobre sus metas y sueños, me contaba que le habían roto el corazón tantas veces que no encontraba las piezas por ninguna parte. Le ofrecí un abrazo y le dije que le ayudaría poco a poco, no quería parecer lanzado pero le dije que me encantaba su sonrisa tierna, mas no pensé que sería tan pronto que esa persona se volvería tan importante para mí. Empezó a hacer cosas que me provocaban que me sintiera especial, como aquellos mensajes que dejaba en mi ventana. En el primero decía: "En el mismo lugar y a la misma hora de ayer...'', no pude evitar sonreír y emocionado, sonrojado fui a mi cama y leí varias veces la nota, pues no creía que fuese posible. Al concluir el día fui a verle en la tarde a la misma hora, ella estaba pensativa sin embargo estaba más que motivado por intentar aplacar sus dudas, ofreciéndole mis sentimientos. Sin decirle nada la besé y en ese momento sentí que el tiempo se detuvo, fue tan especial, tan inexplicable y único. En su sonrisa conocí un infierno que quemaba, y me encantó arder ahí.
   En aquel instante nos quedamos sosteniéndonos la mirada y no queríamos ir a ninguna otra parte. En sus ojos descubrí universos llenos de estrellas y una magia que no sé explicar, pero que sabía que me hacía sentir un incendio en el medio del pecho.Al anochecer nos aventuramos a hablar del futuro... Ella quería lanzarse al amor y yo también, sentía que estaba listo, pero tenía claro que todo debía ir despacio para darle tiempo a cada momento que se debe transcurrir, algo casi imposible porque tenía un mar de mariposas en el estómago que me hacían sentir vértigo y felicidad a la vez.—Sin esperarlo—Ella fue dejando notas día a día en mi ventana, con una piedra encima para evitar que se volaran. Amaba leerlas, tenían tanta magia en cada línea, en cada verso y, siempre terminaba con un "en el mismo lugar y a la misma hora". Ya estaba enamorado de ella y no sabía cómo explicarle que la amaba, pero en el fondo sabía que en medio de nuestras miradas las palabras sobraban y debía demostrárselo.
   Al llegar la tarde fui a verle y tenía una carta para ella en mis manos, ella sonrío al verla, pero le dije que no podía leerla hasta llegar a casa. Esa tarde volvimos a perdernos en el tiempo y los sentimientos afloraban a cada segundo. Cuando me tomaba de la mano, hacía que cada segundo valiera la pena, ella hacía que me sintiera vivo, más vivo que nunca, pues fue llenando de felicidad cada momento que pasamos juntos —en cada instante—.Al llegar a casa abrió mi carta suavemente por temor a romper el papel ya que sus manos temblaban de la emoción.Leyó: A la misma hora y en el mismo lugar, quiero que cada tarde se detenga el tiempo mientras me miras, quiero que tomemos nuestros sueños, nuestros miedos y nuestro destino, nos tomemos fuerte de la mano y no me sueltes, —yo no te soltaré—. Siento que no soy yo si no estoy contigo, que tu sonrisa fugaz e infinita espanta a mis demonios. Quiero que por las noches la Luna nos contemple, ella hermosa y brillante como siempre, mientras nuestros brazos nos envuelven, mientras nos perdemos y nos adueñamos del tiempo. No temas por nada, solo no me decepciones, —no me rompas—, no te vayas y verás que te amaré cada tarde haciendo que el tiempo sea nuestro aliado mientras nos perdemos en esa danza hermosa que está en nuestras miradas perdidas. Como si yo fuese una flor eterna y tú el colibrí que viene a besarme cada mañana, así quiero que sea siempre. No te preocupes, no iré a ninguna parte, me quedaré aquí contando los segundos para que regreses a mí o mejor dicho a tu hogar...

—En mis brazos.

El Chico de los Ojos Tristes - Sam ChevalierDonde viven las historias. Descúbrelo ahora