Era la tarde del día siguiente, hacia un poco de calor gracias al resplandeciente sol en mis tierras en ese momento.
Yo estaba cocinando pescado para la comida, Mex no había salido de su habitación desde la mañana. Cuando desperté, México ya no estaba en la manta, desde madrugada había ido a su cuarto.
A pesar de mi desconcierto, no le cuestione, quizá necesita espacio, sabía que era su primera vez viajando muy lejos, a unas tierras con una cultura muy diferente, tal vez aún lo está asimilando.
Y con eso en mente, me dispuse a solo terminar la comida.