Después de una media hora de descansar, por fin volvimos a emprender camino. Era hora de ir a las atracciones, ambos estábamos emocionados por subir a uno.
"¿A cual subiremos primero?"
Me pregunta el pequeño.
— ¿A cuál te gustaría subir?...
No se porqué, pero en serio que siento la necesidad de cumplirle todo lo que desee. Es como si algo me dijera que sus opiniones valen oro, o mucho más que eso.De nuevo esos brillitos en sus bellos ojitos.
“¿Podemos ir al....trenecito?”
Baja la cabeza en señal de vergüenza.Giré mi mirada a mi lado izquierdo, un tren infantil.
Sonreí.— ¡Pues andando! ¡Chu Chu!
Y le tomé de la mano...