A la noche, ambos ya sabíamos lo que pasaría, por lo que no fue sorpresa encontrarlo frente a mi habitación con mi pijama en manos y una gran sonrisa, también era notable su enorme sonrojo gracias a que sí, le había dado fiebre.— Mex, debes permanecer en la cama...
Me acerqué y tomé mi pijama mientras él negaba, se movían de un lado a otro sus orejitas de cerdito.
Reí enternecido y entre a mi habitación para ponerme la pijama, terminando salgo y me encuentro con él. Señaló la sala donde está la televisión encendida y empezaba una película.
Imaginé lo que quería y pregunté...
— ¿Una pijamada?...
“Nunca e ido a una”
Una pijamada será...