Corrimos hasta llegar al pequeño tren, que, a decir verdad, no tenía nada de pequeño.
Digo, tuve que cargar al mexicano para poder subir, los escalones estaban separados a una considerable distancia.Luego de unos minutos el tren arrancó, daba un recorrido por toda la feria y yo aprovechaba para ver nuestro próximo objetivo.
Me giré de casualidad a ver a Mexi, dios...pero que carita más hermosa.
Su boquita abierta mirando asombrado todas las atracciones, el viento en su rostro y la preciosa sonrisa que después se planta en su boca.
No importa que tan bella sea la feria, tengo mi propio espectáculo frente a mi....