2.Rutina Y Tortura

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Cameron

Abrí los ojos por culpa de los rayos de sol que entraban por la ventana.

Joder, ¿qué hora era?

Froté mis ojos e hice el amago de levantarme de la cama, acción que no pude realizar ya que mi cuerpo chocó contra un estorbo.

—¿Que mierd- —dije cuando vi una mata de pelo morena sobre mi almohada.

Como si de una película de tratase, los recuerdos de la noche anterior se balancearon por mi cabeza. La fiesta en casa de Brent, el alcohol, la piscina... y la morena con la que me acosté.

No sabía ni su nombre pero ahí estaba, tumbada a mi lado.

Me levanté y rápidamente me vestí, no quería estar ahí... con ella.

En estos meses me había vuelto loco.

No sé por qué, pero Michelle me había creado una especie de trauma. Pero estaba en proceso de superarlo, o eso creía.

Salí a la terraza de mi habitación. Agarré mi móvil y la llamé.

—¿Hola?

—¿Cameron? ¿Para qué me llamas? ¡Por Dios son las nueve de la mañana!

—Ha vuelto a ocurrir.

—Joder... —suspiró. —Ven a mi piso.

Colgué la llamada y me vestí rápidamente.

—¿Tan rápido huyes? —dijo la morena mientras me veía ponerme los pantalones.

—Tengo cosas más importantes que hacer. —contesté en un tono frío.

Salí de casa y agarré el todoterreno rojo de Julia. Apreté el acelerador para llegar a mi destino lo más rápido posible.

Una vez allí, toqué al timbre del piso y subí hasta el apartamento. Al entrar por la puerta la vi.

—Buenos días Julieth. —saludé educadamente.

Julieth era mi psicóloga. Después de mi ruptura con Michelle estuve unos meses con depresión. Fue bastante duro, pero por suerte mi hermana Julia conocía a una psicóloga increíblemente buena: Julieth.

Sí, se que es curioso que se parezcan tanto en el nombre. Julia también me había hecho de psicóloga, pero ella sin cobrar.

—Buenos días Cameron. —me saludó.

Julieth tenía el pelo castaño corto y con un flequillo que casi tapaba sus ojos marrones. Era bastante bajita, vestía con una falda blanca y una blusa negra.

—Siento no poder atenderte en la consulta cómo normalmente, pero hemos tenido un problema con las tuberías y lo están arreglando. Aún así, ¿Por qué viniste de urgencia? ¿Como que ha vuelto a ocurrir? —preguntó mientras agarraba su libreta rosa con apuntes.

Yo me tumbé sobre su sofá, bocarriba.

—¿Te acuerdas de esos sueños medio pesadillas que tenía con Michelle? —le pregunté y ella asintió. —Los he vuelto a tener. Justo esta noche.

—¿Podrías decirme de qué trataba este sueño?

—Sí. Todo se remontaba a una de las noches más especiales que tuve con Michelle, cuando nos dimos nuestro primer beso. Todo ocurrió tal y como pasó. Nos encontrábamos en la terraza de la casa rural, con unas vistas de la ciudad espectaculares. Pero justo cuando estaba a centímetros de su boca, alguien me agarró y comenzó a de mi hacia atrás.
Alejándome de ella. Yo corría con todas mis fuerzas y luchaba por llegar a ella y darle ese beso que tanto quería. Así que seguí corriendo, y cuando por fin me soltó, y llegué a ella. Ella se fue. Dió la vuelta, y comenzó a andar. Dejándome ahí solo.

Enséñame a perdonar #2  ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora