Michelle.
Un par de minutos después tenía a Beck acercándose a mi con cara de pocos amigos.
—No puedo más. — dijo mientras agarraba su toalla y enrollaba su cuerpo en ella. Después agarró sus gafas de solo se las puso. Cogió su mochila y me miró. —Me piro. No aguanto más.
—Pero- —me levanté de golpe. — ¡Beck!
Beck empezó a andar sin hacerme caso.
Fue entonces cuando vi a Darren detrás mía.
—¿Que le has dicho? —le pregunté seriamente mientras ambos empezamos a correr detrás de Beck.
—¡No le dije nada! —respondió.
Suspiré.
—¡Beck vuelve!
Beck seguía andando sin hacernos ni caso.
¡AGH! A veces era como una niña pequeña.
—¡Beck! —le gritó Darren.
—No. —dije agarrando a Darren por los hombros y frenándole. —Tú te quedas aquí. Déjame a mí.
Corrí detrás de Beck. Una vez estuve a su lado me puse delante de ella, obligándola a detenerse.
—¿Qué te pasa? —pregunté.
—Que no puedo Michelle. No voy a fingir que me cae bien. Yo entiendo que es tu pareja y bla bla bla, pero yo no quiero estar aquí. Si queréis jugar a la familia feliz jugáis vosotros, pero yo no voy a ser el perro. —dijo y comenzó a andar otra vez.
Suspiré y la seguí.
—Está bien.
Beck se paró sobre sus pies.
—¿Cómo?
—Que está bien. No voy a obligarte a estar con él si no quieres.
Beck levantó una ceja.
—¿Segura?
—Segurísima.
Hablé con Beck. Ella decidió irse a casa. Darren y yo pasamos la mañana en la playa, pero sobre las cinco de la tarde fui en bus a mi casa para ir a trabajar. Sí, seguía trabajando en "La Tapita Rica" junto a Emma, Paco y Tere.
Sobre las seis entré a trabajar, me puse el delantal y fui a cocinas para ver que necesitaba Tere. Pero la escena que me encontré al entrar fue totalmente distinta a lo que me esperaba.
Emma se encontraba llorando. A penas se veían las lágrimas por culpa de su tono de piel oscuro, pero sus ojos verdosos con tonos rojos la delataban.
—¿Ha pasado algo? —pregunté acercándome asustada a Emma.
Emma negó con la cabeza y sonrió.
Tere me miró a los ojos, ella también los tenía llorosos.
—Michelle, verás, Paco y yo lo hemos estado hablando y vamos a jubilarnos. Llevamos bastante tiempo trabajando aquí, pero cada vez nos cuesta más llevar el local. —me dijo Tere.
Mis ojos se pusieron llorosos al instante.
Me alegraba por Paco y Tere. Ya era hora de que tuvieran tiempo para ellos dos y su nieta, pero en parte me daba pena saber que difícilmente les volvería a ver.
La puerta se abrió y la pequeña Alicia entró a la sala con un juego de tacitas de té, el mismo que yo le regalé hace unos meses.
—¡Hola Michelle! —me saludó con una sonrisa. Después fue hacia donde se encontraba Tere. —Ya recogí mis cosas yaya.
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Enséñame a perdonar #2 ✓
Teen FictionSegundo libro de la trilogía Enséñame. Michelle y Cameron se habían distanciado. La reciente noticia que habían recibido había descolocado su vida y descuadrado sus emociones. Ambos se sentían perdidos, y en parte, la distancia y el tiempo hizo que...