25. Nuevas Etapas

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Michelle

La universidad era un mundo completamente diferente a lo que yo creía. Normalmente, sobre todo en películas o libros, se pintaba como una locura. Fiestas, fiestas y más fiestas. Pero la realidad era un poquito diferente.

El primer día de clases fue un poco duro. Nunca había tenido problemas para socializar, ya que era una persona muy extrovertida. Pero al principio sentí una vergüenza al hablar con cualquier ser humano, que me comencé a sentir incluso rara.

Era el primer día y quería causar impresión, pero a la vez ser neutral. No quería identificarme con un estilo concreto ya que no sabía que clase de gente había elegido la misma carrera que yo, pero tampoco quería ir básica al punto de pasar desapercibida. Opté por ponerme unos pantalones vaqueros, anchos y rotos, que aportaban algo de fuerza al conjunto. Sin embargo, en la parte de arriba elegí un top blanco básico. Decidí decorar un poco más con algunos detalles como anillos o un pequeño collar dorado. Tampoco me olvide de los pendientes ni del maquillaje, el cual me quedo súper natural.

Al entrar en la universidad me di cuenta de dos cosas. La primera era que a nadie le importaba como iba vestida ni cuanto tiempo había tardado en maquillarme o elegir mi ropa, y la segunda era que este sitio era malditamente enorme.  Estuve unos cinco minutos buscando donde se encontraba mi facultad, y después estuve otros diez minutos caminando hasta llegar allí.

Paré antes a por un café para activarme. Después, me senté en uno de los bancos que quedaba justo delante del edificio. La gente comenzó a llegar, y poco a poco, con algunas preguntas, fui encontrándome con gente que iba a mi carrera. La mayoría de ellos eran bastante agradables, y aunque costó un poco, conseguimos ir conociéndonos un poco más. Al fin y al cabo, esto era nuevo para todos.

Al llegar a casa mamá me esperaba para cenar.

—Hola cariño, ¡cuéntame ya! ¿Cómo ha ido el primer día? ¿Te ha gustado la carrera? ¿Y has hecho algún amigo? —preguntó con entusiasmo.

Antes de responder agarré a mi perrito Goku, el cual no paraba de dar saltos como loco. Me senté sobre el sofá y comencé a contarle.

—Ha ido bien mamá. En clase no hemos hecho mucho la verdad, han sido principalmente las presentaciones de las asignaturas, y de momento pintan bien. He hecho una especie de grupito de amigos, creo que me vendrá bien cambiar de ámbito y conocer gente nueva. — contesté mientras acariciaba a Goku.

—¿Y tu horario que? ¿Llevas bien el dar clases por la tarde? — dijo entre risas.

—Se me ha hecho raro ver que eran las seis de la tarde y seguir en clase la verdad. —contesté riéndome— Pero creo que lo llevaré bien.

Mamá se acercó a mi y me dio un achuchón.

—No sabes lo orgullosa que estoy de ti.

Sentí como mis ojos se llenaban de agua y sonreí.

—Oh por cierto, he pedido hamburguesas para cenar. Así celebramos tu primer día por todo lo alto. — Anunció separándose de mi.

—Genial.

Fui a mi habitación y dejé el bolso. También aproveche para cambiarme de ropa y ponerme algo más cómodo. Después no sentamos a cenar y a ver una peli cuanto menos interesante.

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A la mañana siguiente estaba feliz. Aproveche para organizarme el día y fui a la papelería a imprimir unas cosas de la carrera. Al llegar a casa tenía una videollamada perdida de Darren, así que lo llamé de vuelta.

—¡Heey! —saludó efusivamente al otro lado de la pantalla. Vestía con una camiseta blanca básica. Su pelo rubio estaba peinado hacía todos los lados, revuelto. Llevaba sus gafas de pasta negra que, aunque al principio le acomplejaron, acabó aceptando y llevando con estilo.

Enséñame a perdonar #2  ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora