27.Es Como Hablar Sola

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Michelle

Esto es estúpido.

—No lo entiendo.

—No pasa nada Michelle, para eso estoy yo. Para ayudarte a entenderlo. —contestó Julieth.

No era para nada lo que me esperaba.

Siempre había tenido un "prejuicio" por los psicólogos. Pensaba que eran para gente que estaba loca o enferma. Y resulta que me hacía más falta de la que pensaba.

—Está bien. —suspiré, rindiéndome. Aquella desconocida quería saber sobre mi vida, ¿no?— Todo empezó en la librería, la maldita librería.

Comencé a contarle toda mi vida, de la forma más resumida posible.

Le hablé de mis padres, del divorcio y la infidelidad. Le hablé de Cameron, de nosotros. Le conté nuestro trágico final, y lo que ocurrió en la boda. Le hable sobre mi periodo de tristeza, y como Darren me sacó de ahí. Le conté sobre mis sueños, mi poemario y la universidad.

Julieth se limitó a asentir. Me escuchó de verdad.

—Y eso es todo. —concluí. —Sé que es mucha información de golpe, pero he tratado de resumirlo lo máximo posible.

Julieth sonrió.

—Nunca es demasiada información sobre un paciente, Michelle.

La sesión fue bien. Mejor de lo que me esperaba. ¡Y ni siquiera lloré!

Cuando llegué a casa, dejé caer mi cuerpo sobre el sofá. Mi perro Goku estaba a mi lado, lamiéndome las manos mientras yo observaba el techo.

Me había sentado bien soltarlo todo. Hablar con alguien ajeno a toda esta situación de mierda. Sentí que no me estaba juzgando, tan solo me estaba escuchando. Y aunque es probable que también analizando, no quería pensar en ello demasiado.

Escuché el sonido de la puerta abriéndose y los ladridos de Goku comenzaron a sonar por toda la casa.

—¡Ya he llegado! —anunció mamá.

Salí del salón y la observé entrar desde el marco de la puerta.

—¿Qué tal con la psicóloga cariño? —me preguntó con un tono dulce. Cargaba con varias bolsas de la compre, así que me acerque a ayudarla.

—Bien, le he contado un poco toda mi vida por encima. No nos ha dado tiempo a hablar mucho, pero creo que me irá bien hablar con alguien.

Karen sonrió. después, depositó un beso dulce sobre mi cabeza.

No pasaron más de dos minutos cuando mi móvil empezó a sonar. Bob, el de la editorial, me estaba llamando. Lo cogí al instante.

—¡Buenas noticias Michelle! —anunció nada mas descolgar la llamada. —Tenemos todo listo. Esta el poemario acabado, los poemas, los cortos, el índice, la portada... ¡Todo!

—¡Eso es genial! —exclamé con una sonrisa. Estaba orgullosa de mi, de mi libro.

—Tan solo nos queda terminar la parte de los agradecimientos. Trabajo tuyo. —agregó. —Te puedo dar como plazo máximo una semana y quizá un par de días más, pero lo necesito pronto.

—Si, está bien. No te preocupes, lo tengo controlado.

Nos despedimos y colgué el teléfono.

—¡¿Cuando sale?!—preguntó mamá, histérica. Llevaba semanas preguntándome cuando salía el poemario. No tenía fecha de estreno, pero sabía que para finales del año estaría listo.

Enséñame a perdonar #2  ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora