Michelle
Esperé.
Lo hice hasta que dieron las 00:00 y pasó a ser veinticuatro de septiembre.
Y entonces fue cuando tuve que aceptar la realidad.
Ahora no era Cameron el que dejaba mensajes de voz borracho, preguntándome por qué le había dejado. Por qué había salido corriendo de la boda. Por qué no había luchado por nosotros. Ahora era yo la que se planteaba todas esas preguntas.
El brazo de Darren me rodeaba la cintura mientras yo observaba como la blanca luz de la luna se colaba por mi ventana. No podía dormir. Tan sólo pensaba en qué podía estar ocurriendo en California, en qué le estaba ocurriendo a Cameron.
¿Este era nuestro final?
¿Realmente era así como nuestra historia de amor acababa?
No entendía qué era lo que habíamos hecho mal. No entendía en que momento nuestros caminos habían cogido otro rumbo. No entendía por qué estábamos en esta situación.
Un gruñido me sobresaltó. Sentí como la mano de Darren se clavaba sobre mi cintura, rozando el hueso de mi pelvis. Apretó un poco antes de arrástrame hacia él y envolverme con sus brazos.
A penas pude disfrutar nuestro reencuentro. Me desconcertó verlo, aunque después de pasar unas horas con él desconecté de mi realidad. Siento que no he sido justa con él. Darren siempre me ha tratado como a una reina. Nunca me ha negado nada y siempre ha luchado por cambiar, por ser mejor para nosotros. Teníamos una relación sana, eso lo sabía. Y también sabía que era yo la que no paraba de cagarla cada vez que Cameron aparecía y dejara que me llenara la cabeza de dudas.
No he sido la novia ideal estos meses, eso estaba claro.
Y Darren no se merecía estar con alguien obsesionada con su pasado.
Tenía un lado romántico digno de película, un cuerpo definido gracias al fútbol americano y un corazón de oro. Era carismático, era dolorosamente guapo y amable. Era aquel novio que toda madre querría para su hija. Y yo... yo no paraba de joderlo.
Cuánto más me abrazaba Darren, peor me sentía conmigo misma.
¿Le quería? Sí. Había pasado un año entero junto a esta persona. Había abierto mi corazón y compartido el dolor de mi ruptura, y él me había ayudado a sanar. Me enamoré de él en un mundo sin Cameron. Y ahora no sabía que hacer.
No iba a volver con Cameron. Cada vez lo tenia más claro, pero el hecho de no haber llamado me confirmaba por completo aquella decisión. Parecía ser que por fin, había acabado. Que Cameron había tomado una decisión por él, por nosotros. Parecía que aquel beso en el aeropuerto, sí era nuestro final.
No era un "podremos ser amigos en un futuro".
No era un "te sigo queriendo.
Ni un "te esperaré hasta que estés bien"
Era un adiós.
Por un lado sentí tristeza y dolor. Pero por otro lado se sintió... liberador. Había amado a Cameron, lo amo y probablemente lo amaré siempre. Un amor como el nuestro no es algo que puedes superar u olvidar, es algo con lo que se aprende a vivir. Es algo que con el tiempo se hace cada vez menos doloroso, hasta que olvidas que estaba ahí. Cómo una cicatriz.
Podía amar a Cameron en mis recuerdos. Volver a él cada vez que necesitará inspiración para escribir, o cada vez que escuchará alguna de nuestras canciones. En mi corazón, jamás podría decirle adiós a Cameron. Pero, mientras ese sentimiento permaneciese en mi interior, estaba bien. Podía permitirme a mi misma avanzar, aunque eso no conllevara olvidar aquello que había vivido. Aquello que había sentido.
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Enséñame a perdonar #2 ✓
Teen FictionSegundo libro de la trilogía Enséñame. Michelle y Cameron se habían distanciado. La reciente noticia que habían recibido había descolocado su vida y descuadrado sus emociones. Ambos se sentían perdidos, y en parte, la distancia y el tiempo hizo que...