34. ¿No te olvidas de alguien?

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Michelle

¿Esperar? ¿Cómo podía esperar con todo el día por delante? 

Observaba la pantalla del móvil a cada rato. Cada vez que saltaba una notificación, sentía como mi pecho se contraía con la esperanza de que fuera Cameron.  

Varias de las personas que estaban en la casa se fueron tras el anuncio de sus padres. Julia se aisló. Subió a su habitación mientras se disculpaba y ya no volvió a bajar. Tanto Roger como Hellen se encerraron en la cocina. No entró ni salió nadie, pero si oímos varios gritos y un llanto femenino. 

Al final, me quedé sentada en aquel sofá mientras miraba, de forma algo obsesiva, el móvil. 

Sentí como el sofá se hundía a mi lado mientras pensaba en qué le habría ocurrido a Cameron para tomar esa decisión.

—Hola de nuevo querida. —saludó Margaret con una dulce sonrisa. —Vaya chasco de fiesta, ¿eh? 

Sonreí, tratando de ocultar la desilusión que crecía dentro de mí.

—Si, la verdad que ha sido bastante inesperado. —contesté.

—Típico de los Smiths. —negó con la cabeza mientras se reía. —No le culpo, en nuestra familia parece ya que es tradición cambiar repentinamente de idea y huir. 

Fruncí el ceño con curiosidad,

—¿Enserio?

Margaret soltó una carcajada.

—¿Supongo que Cameron no te habrá contado nada, no? —preguntó y yo negué con la cabeza.—No me preguntes por qué hija, pero de verdad que en esta familia siempre pasa algo así. —explicó. —Yo hui igual el día de mi boda.

Mis ojos se abrieron instantáneamente y, de forma involuntaria, una pequeña risa se escapó de mis labios. Me llevé las manos a la cara para tratar de ocultarlo sin mucho éxito. 

—Me iba a casar con un hombre que conocí en el hospital. El había sido trasladado por unas lesiones que se había hecho en el trabajo, una obra. Yo en ese momento trabajaba como enfermera, aunque no me gustaba para nada. Se llamaba William. —contó. —Nos enamoramos y unos dos años después de conocernos me pidió matrimonio. Yo tenía veintidós y en ese momento lo que todo el mundo esperaba de una mujer era que me casara y criara hijos cuanto antes. —añadió con una pequeña carcajada. —No era lo que yo quería. Pero para mi mala suerte, me quedé embarazada antes de casarme. De Hellen. 

En ese momento, la puerta de la cocina se abrió. Y Hellen apareció mientras terminaba de sonarse con un pañuelo. Roger, me observó por unos instantes antes de volver a centrarse en su esposa, y con su mano apoyada en la parte baja de su espalda, ambos subieron al cuarto de arriba.

—Llegó el día de la boda, y aunque no se me notara mucho la barriga me encontraba fatal. Tenía mucha angustia y sentía como me pesaba todo el cuerpo. —hizo una pequeña pausa. —Lo que más me dolía no era eso. Al final, me hice a la idea de que tener un hijo no estaría tan mal. El problema fue que William me culpaba a mi por haber concebido un hijo sin estar casados. Así que para él ese hijo no era válido y más cosas retrógradas de las que ni me acuerdo. 

—Siento mucho oír eso.—dije. 

—Oh no, no hace falta. —se escandalizó por un momento. —De verdad, fue lo mejor que me podría haber pasado. Gracias a eso me di cuenta de lo imbécil que había sido William y cómo no iba a dejar que un hombre me arruinara así mis planes. En cuanto el cura me preguntó si quería casarme con él, me disculpé y salí corriendo de la iglesia. —Una risa traviesa apareció en sus labios.— Un gran día. 

Enséñame a perdonar #2  ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora