Cameron
—¿Y por qué crees que eso fue así?
—No lo sé.
—Por supuesto que lo sabes.
—No, no lo sé. Tan solo pasó.
—Cameron, eso no pasa un día así porque sí.
—No se Julieth. Cuando me di cuenta ya me estaba ahogando, no se en que momento se empezó a llenar el vaso, pero me di cuenta tarde.
Julieth suspiró. Agarró un pequeño vaso de café que había sobre la mesa y le dio un sorbo.
—Está bien. Pero no vas a irte de rositas, quiero averiguar que ha sido tu detonante para caer en una depresión como esta.
Depresión.
La palabra se quedó sostenida en el aire por unos instantes. Agache la cabeza de forma instintiva, avergonzado.
Depresión. Yo no tenía depresión, eso solo le pasa a la gente que tiene problemas reales, problemas de verdad; como que han perdido a un ser querido, o no tienen dinero para paga el alquiler.
Yo no tenía depresión, no podía tenerla.
—¿Por qué te has quedado callado, Cameron? —preguntó.
—Porque no creo que tenga depresión. —respondí.
—¿Por qué no?
—Porque mi vida va bien. Tengo dinero, tengo un trabajo y buenos amigos. No tengo ningún motivo para estar deprimido.
—¿Crees que la depresión solo viene cuando te va mal? Materialmente hablando.
—Si, si no por que te ibas a deprimir.
—¿Y una ruptura? ¿No crees que eso puede llevarte a caer en una depresión?
—Creo que estarás triste, pero no como para caer en una depresión.
Julieth me miró fijamente.
—Estas equivocado Cameron. La depresión puede aparecer prácticamente por cualquier motivo. Y no siempre tiene que estar relacionado con la pérdida de un ser querido o algo material.
—Vale si, pero yo no tengo depresión.
—Está bien, Cameron. No voy a tratar de convencerte.
Asentí con la cabeza.
—Tan solo quiero que entiendas que es lo que te está pasando, y que podamos solucionarlo. — explicó.
—Vale.
Colocó sus gafas de manera correcta, justo después de soltar un pequeño suspiro.
—Voy a comenzar a recetarte antidepresivos. Vamos a probar como te van por unos días.
Suspiré.
—Está bien.
Julieth comenzó a hablarme de los antidepresivos. Cada cuanto debía tomarlos, los efectos secundarios que tenían y más cosas a las cuales no les presté atención. Estaba distraído. No podía parar de pensar en la palabra "depresión".
Es algo que todos oímos, muy a menudo, pero jamás te imaginas que algo así te puede pasar a ti. Crees que todo está bien, que tienes la situación controlada, que llevas las riendas de tu vida. Y cuando te das cuenta, has caído en un pozo sin fondo del que no sabes salir.
Pensé en todos los momentos duros que había vivido, pero sobre todo en como logré salir de ahí yo solo, sin ayuda de nadie. ¿Por qué no había podido esta vez? Siempre me las apañaba, pero esta vez había sido distinto.
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Enséñame a perdonar #2 ✓
Teen FictionSegundo libro de la trilogía Enséñame. Michelle y Cameron se habían distanciado. La reciente noticia que habían recibido había descolocado su vida y descuadrado sus emociones. Ambos se sentían perdidos, y en parte, la distancia y el tiempo hizo que...