4.Si Ella Es Feliz

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Cameron

Me levanté sobre las diez de la mañana.

Esta vez, solo.

Agarré una de las camisetas que tenía apiladas en mi silla y me la puse. Bajé por las escaleras hasta llegar a la cocina. Allí agarré una cápsula de café y la metí en la cafetera.

Julia estaba desayunando mientras miraba su teléfono. Tenía una magdalena en su mano.

—Buenos días. — la saludé.

—Buenas idiota. — me saludó de esa forma tan agradable que tenía ella.

En cuanto el café estuvo listo, lo puse en una taza y me senté sobre la mesa para tomármelo.

Estábamos ambos desayunando cuando mamá entró por la puerta. Llevaba su característico batín rosa.

—Buenos días. — nos saludó a ambos.

Julia no respondió.

—Buenos días. — dije yo.

Se acercó a la cafetera y ella preparó dos cafés.

—¡Roger! ¡Ya está el desayuno! — gritó.

A los pocos segundos Roger apareció por la puerta.

—Buenos días chicos. — dijo y ahí sí que no respondimos ninguno.

Mamá sacó ambos cafés y se sentaros a desayunar con nosotros en la mesa.

—Bueno, ¿que planes tenéis hoy? —preguntó mamá intentando sacar un tema de conversación.

Julia y yo nos miramos incómodos.

Ahora Roger vivía en mi casa. Y mi madre se había empeñado en jugar a la familia feliz. Quería que me tratasemos como si fuera nuestro padre, y no.

No odiaba a Roger, pero tampoco me caía bien. En cierta manera seguía siendo el padre de Michelle, y yo sé que le hizo mucho daño.

Después de la boda la situación en casa estuvo incómoda durante varios meses, pero después se volvió un poco más normal. Aunque seguía sin acostumbrarme del todo.

Roger intentaba tratarnos bien y en cierta manera ser el típico "padre molón" pero cada vez que le miraba veía a Michelle.

Es más, tenían la misma nariz.

Me cabree bastante con mamá por ser la amante de un hombre casado, pero después me explicaron ambos su relación y era entendible, más o menos.

Aunque eso seguía sin justificar el daño que hicieron.

—Yo me voy al centro comercial. — dijo Julia levantándose de la mesa y yéndose, dejándome solo ante el peligro.

La miré con cara de pedir ayudar, a lo que ella sonrió.

Justo cuando salió, recibí un mensaje al móvil.

Julia

Te toca comertelos a ti

Idiota.

—¿Y tú chavalín? —preguntó Roger.

Le miré con cara de pocos amigos.

—Voy a salir con Brent.

—¿A donde vais? — preguntó mamá.

—Y yo qué sé. — respondí.

Me bebí rápidamente el café y salí de allí lo antes posible. No aguantaba este tipo de situaciones.

—¿Y sobre qué hora vuelves? —preguntó mientras me levantaba de la silla.

Enséñame a perdonar #2  ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora