Epílogo

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Michelle

Finalmente ahí estaba, lo había logrado.

Todo parecía un sueño cuando empezó, pero ahí estaba. Miré el libro que yacía entre mis manos como si fuera algo único en el mundo. Mi mayor logro. Mi historia. Mis poemas.

Estaban ahí, impresos en papel y escritos en tinta para la eternidad.

Todo aquello que una vez pensé, y sentí, se había transformado del dolor a algo bello, algo bueno. Un poemario que narraba un amor desgarrador, un sueño imposible de lograr. Y con una última página... el epílogo.

No podía ser otro.

Lo escribí la noche en la que di por finalizada mi etapa con Cameron. No pensé que compartiría un texto tan intimo con nadie, pero lo publiqué. Lo publiqué por mi y por él. Por poder cerrar esta etapa y volver a ser felices. Lo publiqué para todas aquellas mujeres que alguna vez en su vida se habían sentido igual que yo. Incapaces de seguir adelante, incapaces de continuar sin esa persona. 

Quería que mi experiencia en el amor no fuera negativa. No quería un poemario triste, lleno de recuerdos dolorosos y lágrimas nostálgicas. Quería que fuera todo lo contrario. Quería que fuera un diario detallado de él proceso de sanar. El proceso de dejar atrás a alguien, de saber que hay vida más allá de una persona. 

Abrí el libro y ojeé algunos de mis poemas favoritos. Pero acabé yéndome directa a aquella última página. Sonreí cuando lo leí.

Epílogo

"Carta de despedida para dejar ir"

Al parecer lo nuestro sí fue una despedida, ¿no? 

Tenía la pequeña esperanza de que no fuera así, que realmente lo nuestro funcionara y pudiéramos cumplir todas aquellas promesas que nos hicimos. Y sí, quizás realmente fui estúpida y me dejé llevar por la idea de aquel amor romántico que cómo bien sabes tanto disfruto leyendo. 

No pudimos con todo. No pudimos cumplir con estas promesas. 

Tan solo me queda desearte lo mejor. Esperar que encuentres alguien al que puedas darle todo ese amor que yo sé que tienes guardado. Alguien que sea igual de especial que tú. Alguien que esté a tu altura.

Sé que este tiempo te vendrá bien, y lo siento mucho por todo lo ocurrido. 

Sé que hemos intentado ser amigos, pasar página, y al final parece que es imposible. Y sé que esta despedida tendrá el mismo efecto en mí que la primera. Pero a veces pienso en ti y me pregunto si a ti te pasará lo mismo. 

Me ibas a escribir el 23 de septiembre, pensaba en poder hablar contigo y saber si aquello fue una despedida. Pero me quedé esperando un mensaje que nunca llegó...

Sé que al final es lo mejor para los dos.

Aunque ya no formes parte de mi vida, un trozo de mi se quedará viviendo en aquella tarde en la que nos confesamos nuestro amor bajo las estrellas.

Una parte de mí siempre será tuya, C.

Una lágrima cayó por mi mejilla. No me arrepentí de haberlo publicado. Sentí que aquella fue la mejor forma de terminar nuestra historia. De ponerle ese punto y final que tanto necesitábamos. 

No tenía la esperanza de que Cameron lo leyera, ni siquiera estaba segura de si mi libro llegaría a California o de si directamente lo compraría. 

Quizá no llegara hasta allí, o quizá sí. Quizá pasaría por enfrente de una librería y lo viera. Quizá decidiera no comprarlo. O quizás entraría lo sí lo hiciera. 

Quizás leería todas aquellas palabras que iban exclusivamente dedicadas a él. 

Pero eso da igual, no quiero encerrarme en los quizás nunca más.

Sin embargo —aunque yo por aquel entonces no lo supiera— un chico con ojos color avellana entraba a una librería y agarraba aquel libro entre sus manos. Lo compraba y se pasaba toda la noche leyendo y recordando aquella historia de amor. 

Se replanteó si escribirme, si llamarme. Si aún quedaba algún pedazo de nuestro amor que salvar. Todas esas dudas se quedaron en eso, en dudas. Lo importante de esta historia no acaba así. Lo importante de esta historia ocurrió cuando decidió llamarme.

Lo importante es que lo hizo.

Espera, 

¿lo hizo?

Enséñame a perdonar #2  ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora