«Capitulo 40»

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Ruggero Pasquarelli; Los Ángeles

Mirar a Karol con esa bebé en brazos me da alegría y miedo a la vez, no quiero que se encariñe con una niña que ni siquiera sé si es mía, por eso no le contado nada sobre dicha posibilidad, quiero estar seguro que ella es mi hija, y no un cuento barato que me quisieron vender.

— Ruggero — dice Karol teniendo a la nena en brazos — Tiene hambre, no le puedo dar pecho, le dejaron comida en la caja esa — me pregunta y asiento.

Llego a la cocina y empiezo a preparar la mamila, camino hacia ellas — Espera — le digo para ver si la leche está muy caliente — Esta perfecta — le doy el biberón y Karol se la pone en la boca, la mese y empieza a calmarse.

— Es nuestro regalo — suelta Karol de repente, mientras le sigue dando de comer — nos cayó del cielo en el momento justo, quiero quedármela.

— Haremos lo posible amor — digo sobando su cabellera.

— Tenemos mucho por hacer, comprar pañales, su comida, decorarle un cuarto — dice emocionada.

— Aun no sabemos si nos la van a dar — le digo.

— Tienes razón, hay que busca un abogado — la bebe termina de comer y karol se la pone en el pecho dándole palmadas hasta que le sale un eructo, parece que ser madre es lo suyo

— Ay mi amor que linda eres — dice tocándole su nariz — vi que hacen eso en las películas, al parecer algunas cosas si son reales — me mira a mí.

Sonrió amablemente, tengo que llamar Agustín — Voy por una manta — le digo — recuerda que después de comer duermen, ahorita vuelvo.

Ella asiente sonriente y sigue ahí meciéndola delicadamente, de pasar a estar triste, empezó a amar a una bebé que no es suya, estoy puede salir muy bien o ser un desastre.

Busco en mis contactos el nombre de mi amigo, timbra hasta que contesta — Bueno.

— Hermano, necesito un favor.

— Si claro que paso — me dice preocupado

— Quiero hacerme una prueba de ADN

— Y eso para que, tú eres adoptado ruggero — me lo recuerda

—No — le digo —Creo que tengo una hija — susurro.

— ¡Que! — grita él — como así ruggero, y Karol lo sabe.

— Ese es el problema, no le quiero decir hasta comprobar que es real, es una bebé recién nacida, fue cuando estaba soltero, después de la muerte de Rafaela — recuerdo con algo de nostalgia, ella era mi hermanita menor, fuera de todo la amaba mucho.

— Wouh — suspira — valla lio, y que planeas hacer.

— Quiero que llamas a Karol en unos minutos y le digas que tiene que hacer algo urgente en la empresa invéntate algo, iré con la bebé a un laboratorio, esperare los resultados, depende de eso todo.

— Bien no te preocupes ya le marco, suerte hermanito.

— Gracias Agus.

Cuelgo la llamada, busco la manta, al bajar me quedo en la escalera viendo a Karol hablar con teléfono acariciando suavemente a la nena, su sonrisa es lo único que vale la pena en este momento.

— Va, mándame el contacto — finaliza la llamada al verme

— Quien era — pregunto, dándole la manta.

Arropa a la nena delicadamente — Estaba buscando un abogado — dice calmada, en eso suena su teléfono —Ay — se queja — Es Agustín, ahora que quiere.

Contrato ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora