«Capitulo 25»

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Maratón 3/5

Karol Sevilla; Los Ángeles

Y seguimos aquí en la cocina después de varios minutos, en la misma posición besándonos mientras nos manoseamos mutuamente, esto es peligroso, ardiente y prohibido, pero me gusta.

— Vamos arriba — susurra en mi odio, mientras deja algunos besos húmedos en esa zona.

Asiento, busco sus labios y lo vuelvo a besar, una de sus manos se enrolla en mi cintura apegándola más a su cuerpo, la que queda libre se posa en mi trasero manoseándolo con ritmo, mientras acaricio sus rulos con fuerza para atraerlo más subimos hasta la segunda planta.

Choco con la pared de mi habitación, sigo con los ojos cerrados concentrándome, disfrutando cada cosa que genera este hombre en mi cuerpo, su mano baja cerca de mi zona, sobre mis bragas hace un roce suave — Esta húmeda nena

— Solo cógeme ya.

Sin darme tiempo hablar, me jala a su cuerpo, atrayendo a sus labios de forma ardiente, son besos fogosos llenos de placer, mis manos van a su espalda por debajo de su playera masajeando lentamente, escucho un jadeo por su parte al quitarla de cuerpo. Nos quedamos mirando por un momento con las respiraciones agitadas analizándonos mutuamente sin decir nada, pero a la vez todo.

Suspiro y el solo me carga dejándome suavemente en sobre la cama, sus caricias y besos húmedos van desde la parte superior de mis muslos hasta mi firme abdomen, mis manos arrugan la cama por naturaleza, suelto uno que otro gemido. Adiós brasier, en qué momento, no tengo idea ahora solo quiero gozar de sus manos en mis pechos.

Juega con mis pezones a su antojo, cada una de mis manos jalan sus rulos, succiona, chupa, lame, besa cada parte de ellos, siento que me voy a correr de tanto placer, cuando termina, me monto sobre él, y empiezo a tocar y besar suavemente cada uno de sus preciosos abdominales.

Disfrutaba del sabor de su piel, el perfume que tiene ese que tanto me excita y me pone, mi mano llego a su miembro, empezó a masajearlo sobre el short que tenía puesto, mis labios bajaban sexualmente hasta que decidí desnudarlo por completo

El no aguanto más y me tiro al costado de la cama, quedando encima de mí, apretó una de mis pezones haciéndome gemir, para luego arrancar mis bragas, estaba rozándose prácticamente — No tengo condón — me dice

— Mañana tomo la pastilla.

Y sin más, empezaron las embestidas, poco a poco entraba en mí, era delicioso sentirlo de nuevo, con fuerza, rapidez, y demencia, esa que tanto me gusta, mis tetas rebotaban y a él le encanta eso, gemía y gritaba tan fuerte no podía aguatar resistir todo lo que él causa en mí.

Sus manos en mis caderas, trayéndome adelante y atrás con ritmo, la habitación se llenó de cada sonido que emitíamos, siento que estamos cerca, aumento la velocidad — Más rápido.

Una, dos, tres embestidos, llegue a mi orgasmo y al minuto el también, su líquido seminal estaba dentro de mí, cayo a mi costado, ambos cansados, sudando y tratado de recuperar el aire.

Su mano va detrás de mi espalda atrayendo a su pecho, estaba por decirle algo, pero — Shh — me dice — disfrutemos lo que queda.

No digo nada, me acomodo a su costado, acaricia mi cabello con delicadeza, nos quedamos en un silencio, uno que no era incomodo, lo abrace, cerré mis ojos y me quede dormida.

[...]

Mi cerebro despierta y mi mente se niega abrir los ojos, mis manos inspeccionan la cama y como suponía vacía, lo primero que me fijo es la hora 11:34 am, me estiro todo lo que puedo, así descalza y desnuda me dirijo al baño, es hora de una buena ducha.

Un olor me llama la atención, bajo las escaleras ya lista, desde aquí lo veo a él, todo concentrado cocinando, no sabía que le gustara cocinar — Así que ese desayuno es para mí, o tienes otra acampante

— Soy tan amable que hice el desayuno, no seas grosera — rio burlonamente

— Eres un ...-

— Primero que nada, buenos días, o hemos dormido juntos.

Lo mire de manera indignada — Mira Pasquarelli — camine para encararlo con mi dedo índice — Lo que paso ayer fue un momento de debilidad, no va a volver a pasar, estos días que nos quedan no van hacer que me olvide lo que me gritaste, y el cómo me destrozaste, estoy recuperándome.

— Es mejor que me odies, puedo sopórtalo.

— Porque lo haces, si entiendes que cambie por ti, volví a confiar en esto que suele llamarse "amor" y me traicionaste

— Eres adicta

— Que

— Al casino, crees que no me di cuenta que te ibas cada noche, apostaste el dinero de mi familia en el juego de azar, como es que yo confió en ti

— Eso es mentira, todo el dinero que ganaba o invertía era mío por completo, y talvez si, ame al casino, pero lo podría haber dejado por ti, pero ya no importa, porque tú no me amas, y yo tengo que sobrevivir con eso

— Mejor comamos — sirve la comida e ignora todo lo que acabo de decir — cocino desde que tenía 13 cuando mamá se fue.

— No tienes por qué hacer esto, no quiero escuchar tus historias, déjame comer tranquila.

— Eres la única persona de la casa.

— Sabes muy bien que es no es así.

No entiendo para que hable porque la perra de roma se acercó a la mesa toda amigable con esa hermosa sonrisa, la odio — Puedo desayunar con ustedes

— No

— Si — decimos al mismo tiempo

— Okey — agarra las tostadas del plato de ruggero y él no le dice nada — mmm, están muy ricas, debes cocinarme todos los días he.

— Gracias, al menos alguien si le gusta mi desayuno — lo último es una indirecta para mí.

— Que gracioso. — hago una risa super falsa.

— Quieres — le dice ella llevándosela tostada a su boca, el asiente y antes de que le dé un bocado un balazo se escucha, me tiro sobre ruggero y veo el cuerpo de Andrea muerto en el piso.

Tomo su arma y la única decisión que rueda por mi cabeza es mato a ruggero o lo dejo con vida.

[...]

Esto se está poniendo más bueno de lo que pensé, y aún no han visto lo mejor, esperemos a ver qué pasa

Dedicación: Rose

By: Anthonella 

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